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Con ciencia

Atasco final

Atasco final

Desde que los primeros humanos evolucionaron separándose de sus primos más cercanos, los chimpancés, han transcurrido siete millones de años. Son dos y medio (seguimos hablando de millones de años) los que han pasado desde que apareció el género al que pertenece nuestra especie, inventando, de paso, la primera cultura digna de tener nombre propio, la Olduvaiense. Consistía en una determinada forma de golpear los basaltos y pedernales para dotarles de filo y disponer, así, de herramientas útiles para desollar, por ejemplo, un antílope. Hace cosa de doscientos mil años aparecimos nosotros, los Homo sapiens que, cosa de treinta mil años atrás, fueron capaces de pintar las maravillosas policromías de Altamira y Lascaux. A partir de ahí, el camino acelerado. Diez mil años -centuria más, centuria menos- tienen el Estado despótico, la escritura y la religión organizada. Hubo que esperar al siglo XV después de Cristo para contar con imprentas. Del XIX es la revolución industrial. Hará seis décadas, o poco menos, que llegó a Mallorca el turismo de masas. La democracia puede decirse que quedó bautizada en 1978. La Vía de Cintura es de 1990, ampliándose sus carriles hasta el número actual en 2010. Los atascos comenzaron a ser tremendos cinco años después. Tres años más y llegamos al día de hoy.

Desde los primeros ardipitecos, que así se llaman los humanos iniciales, a la ampliación de la Vía de Cintura puede decirse que ha pasado el mismo tiempo transcurrido entre el nacimiento del linaje humano y el de Jesucristo, Mahoma o Buda. ¿Qué son unos pocos miles de años en comparación con siete millones? Pero hoy medimos nuestras angustias no sólo en días sino incluso en horas. Me entero gracias al reportaje que se publica en estas páginas que todo mallorquín, si quiere ser representativo de la población de la isla, pasa 23 horas cada doce meses metido en un atasco. Muy pocos años han transcurrido desde que fue evidente la necesidad de construir la Vía de Cintura hasta que se nos conviertió, de manera obvia, en insuficiente. Pues bien, ¿qué hacer para remediarlo?

En estas páginas se mencionan y describen algunos de los parches que los sucesivos responsables del transporte en Mallorca -en manos del Consell, hoy- han discurrido para ir poniendo paños calientes a las fiebres de los colapsos del tráfico. Accesos, carriles, puentes, túneles€ Pero Mercedes Garrido, que tiene el departamento de Carreteras del Consell en sus manos, pone el dedo en la llaga: se planifican infraestructuras, se construyen escuelas y facultades, se inauguran parques empresariales, se montan hospitales sin pensar en absoluto en las consecuencias que el movimiento de los usuarios provocará en el tráfico. Pero si volvemos al principio, entrando en la manera como el tiempo se ha ido estrechando a lo largo de la historia humana, daremos con el nudo del problema: se haga lo que se haga, los trastornos volverán en cuestión de pocos años, si no meses. La última página llegará, en cuestión de minutos, cuando el atasco final colapse por completo la mayoría de las carreteras de la isla volviéndolas impracticables. Sólo el abandono del modelo una persona/un coche, convirtiendo el transporte en cuestión estratégica y volviéndolo público del todo, evitará que ese minuto convertido en eterno caiga sobre nosotros.

Pregunta última: ¿cuándo volverá el problema de los atascos de la Vía de Cintura a esta columna? Sí; usted ha acertado.

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