El descuento del 75% garantiza que volar sea sexy, igual que cuando las grandes superficies anuncian una rebaja semejante en el papel higiénico. Y por supuesto que solo un periodista se atrevería a insinuar que las compañías de enlatado de viajeros piensan subir los billetes un 75%, para embolsarse el volumen de ahorro al completo. Se limitarán a incrementar las tarifas en un 50%. Y efectuarán el aumento acompasadamente entre ellas, igual que ya ocurriera en el pasado. Dios nos libre de advertir una trama, donde solo reina la feliz coincidencia de la concurrencia.
Sin embargo, Francina Armengol no estaba ayer para discutir las tarifas con la gran derecha de las aerolíneas, porque ha descubierto que la izquierda todavía se mueve, y no entiende cómo se atreve el GOB a ser ecologista. La líder socialista prestaba por ello al descuento aéreo una atención inferior al 75%.
La mente de Armengol volaba a Son Bordoy. En primera, si se atiende al interés de su partido por el proyecto que masacra el vértice occidental de Palma. A la presidenta no se le puede escapar la coincidencia de un 75% de viviendas para ricos, o para Pablo Iglesias, en la urbanización del Molinar. Debía parecerle reseñable asimismo que el beneficio de la destrucción socialista de la zona rústica alcance el 75% omnipresente. Y puestos a explotar la numerología, se reduce en un 75% la calidad de vida de los supervivientes mallorquines, de una barriada reservada por los progresistas para privilegiados de otros países.
El descuento aéreo del 50% acabó en la Audiencia Nacional. Por lo penal, no por lo contencioso. Imaginar que los operadores se comportarán ahora escrupulosamente no cuenta pues ni con la ventaja del precedente. El Govern remite a las funestas comisiones conjuntas con Fomento, cuando bastaría un funcionario que contabilizara las tarifas a diario. Entretanto, Armengol estaría dispuesta a pagar el billete completo, con tal de volar a un país lejano. Sucede si se descuida a la mayoría para satisfacer a la minoría exquisita.
