Estos son fármacos cuyo consumo continuado pueden generar una fuerte dependencia en una parte significativa de pacientes.

Opiáceos: Analgésicos recetados contra dolores crónicos

Los opiáceos son los fármacos con mayor poder adictivo, aunque hay muchos tipos. Incluye la morfina, prescrita para pacientes con dolor crónico o terminales, y otros medicamentos como la codeína y el fentanilo, que están causando una epidemia de adictos en Estados Unidos.

Benzodiacepinas: Prescritos contra la ansiedad y el insomnio

Son fármacos psicotrópicos indicados en tratamientos contra la ansiedad o el insomnio que no se deben prolongar más allá de cuatro semanas. Superar ese periodo implica un riesgo de producir algún tipo de adicción. Diazepam o Trankimazin son algunos de los más populares. Solo deberían venderse con receta.

Antidepresivos: Escaso poder adictivo al no generar tolerancia

A diferencia de los ansiolíticos, no generan tolerancia ni siquiera en casos de tratamientos largos.