Contrariamente a lo que ocurre en otros servicios de urgencias, en los de Mallorca durante los meses estivales se eleva la actividad a consecuencia del aumento de la población flotante. Aunque se ven patologías de menor gravedad que requieren menos ingresos, hay una mayor afluencia de pacientes. Llegan los casos de las intoxicaciones etílicas y los de balconing producto de la ingesta masiva de alcohol y otras sustancias siempre, claro está, que sobrevivan a las tremendas caídas.

Bernardí Comas, jefe del servicio de urgencias de Son Espases, revela que, de junio a septiembre del año pasado, atendieron una media de 422 urgencias diarias frente a las 400 de promedio que suelen atender durante las jornadas invernales, un 15% más. Y prueba de que las patologías atendidas son menos graves es que tan solo un 11,8% de ellas requirieron posterior ingreso hospitalario. Comas revela que para poder sustituir al personal que coja sus vacaciones en esos meses que se avecinan han contratado a tres facultativos más.

De la misma manera, su homólogo de Son Llàtzer, el doctor Jordi Tarradas, revela que el hospital que atiende al sector de Migjorn de la isla pasa de atender una media de 270 o 280 urgencias diarias en invierno a cerca de 300 en los meses de verano. Para hacer frente no solo al aumento de la actividad sino también a las bajas de los adjuntos que se van de vacaciones, la gerencia ha dado el visto bueno a la contratación de cuatro médicos que reforzarán una plantilla de 37 facultativos incluyendo al propio Tarradas.

Ambos profesionales admiten que en verano disminuye la complejidad de las asistencias. Comas y Tarradas detallan que en verano aumentan las atenciones por patologías traumatológicas a consecuencia de caídas, accidentes de tráfico o deportivos y, en una escala superior, de los episodios de balconing. Si en estos últimos casos la víctima sobrevive a la caída, por su complejidad y la disponibilidad de especialistas preparados para ello, son trasladados directamente al hospital de referencia de las islas para su atención.

Tras los traumatismos, continúa Comas, son las patologías producto del calor -golpes, deshidrataciones, quemaduras solares- las más vistas en estas fechas.

En tercer lugar se encuentran las intoxicaciones alcohólicas y alimentarias a las que siguen las hemorragias digestivas que experimentan un ligero repunte estacional y, en quinta posición, los cólicos nefríticos producto también de deshidrataciones, completa la clasificación Comas.

543 intoxicaciones por alcohol

El responsable de Son Espases revela que entre junio y septiembre del año pasado atendieron a un total de 543 pacientes intoxicados por alcohol de los que 423 solo habían ingerido esta sustancia y los restantes 120 junto a otras drogas. De todos ellos, tan solo un 4% precisaron (unos 22) precisaron de ingreso hospitalario.

Debido a la alta incidencia de estas intoxicaciones etílicas, Son Espases elaboró hace unos años un protocolo con varios puntos con el que evaluar el riesgo de un paciente intoxicado por alcohol que frecuentemente llega a los servicios de urgencias en un estado que hace imposible cualquier comunicación inteligible.

Este protocolo, que se aplica en todos los servicios de urgencias de los hospitales públicos de las islas, determina que en caso de riesgo mínimo estos pacientes quedan en una sala de observación al cuidado de enfermeras para un control neurológico y para evitar que se ahoguen en su propio vómito.

Tarradas señala que en Son Llàtzer contabilizaron el verano pasado la asistencia de 80 pacientes por alcohol (aunque admite que la cifra real, no contabilizada por la presión asistencial inherente al servicio, la doblaría) y que 60 de ellos tenían riesgo cero según el citado protocolo. Esto es, que una asistencia extrahospitalaria menos costosa cosecharía las mismas altas tras dormir la borrachera.