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Opinión

Otra historia de codicia

Otra historia de codicia

Los arquitectos Frederic Correa, Alfons Milà, Joan Margarit y Carles Buxadé fueron los responsables de la remodelación del estadio de Montjuic para los Juegos Olímpicos de 1992. El día que empezaban los trabajos reunieron a su equipo más directo y hablaron más o menos de esta forma: "Según las estadísticas, en esta obra se producirán tres muertes por accidente laboral. Nuestro objetivo es que no hay ninguna". Por presupuesto, número de trabajadores y volúmenes de material, el destino estaba marcado en sangre. Estos técnicos se rebelaban contra la fatalidad.

¿Cuántas empresas se plantean este objetivo al inicio de cada proyecto? Los datos aseguran que menos de las deseables. Presupuestos a la baja y búsqueda del máximo beneficio se convierten en una fórmula letal. El recorte de los costes se extiende a la seguridad, que supone entre el 3 y el 4% del gasto. El resultado provisional son tres fallecidos en lo que llevamos de año.

En el fondo estamos ante una historia de codicia que se da en la construcción, pero también en otros sectores. Por ejemplo, en el de los distribuidores que entregan carne caducada a colegios, hoteles y restaurantes. Juegan con fuego por dinero. Y llevamos tres casos en lo que va de año. O los propietarios de bares que explotan a sus empleados con jornadas maratonianas, sueldos de miseria y supresión de derechos.

Nuestro paraíso tiene su infierno, aunque algunos pretendan instalarse en el limbo.

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