El último barómetro del CIS cursa con una nueva sacudida al bipartidismo en Balears. En la cima, Ciudadanos se coloca a solo tres mil votos en las elecciones generales de un PP todavía en cabeza, pero que prolonga su descenso indefinido. Y por primera vez, el PSOE ocupa el furgón de cola entre las siglas con aspiración a escaño. Superados por Podemos, los socialistas se colocan en una modestísima cuarta plaza que no solo les arrebata la primera posición que llegaron a disfrutar con Zapatero hace exactamente una década, sino que ahonda la diferencia con la marca de Pablo Iglesias por la titularidad de la izquierda balear. Este marcador se desprende de la exploración llevada a cabo por Carles Castro, analista de La Vanguardia que somete los datos del CIS a un tratamiento informático para desglosarlos por circunscripciones electorales.

El frenazo de los populares y el hundimiento de los socialistas quedan matizados por la asignación de escaños. Los ocho diputados que aporta Balears al Congreso se reparten simétricamente. La vigente quiniela PP (3) - Podemos (2) - PSOE (2) - Ciudadanos (1) evoluciona en la proyección del sondeo hacia PP (2) - Ciudadanos (2) - Podemos (2) - PSOE (2). Aunque los populares pueden presumir de mantener el liderazgo, la pérdida de un parlamentario se traduce en un retroceso superior al treinta por ciento de sus fuerzas, que implicaría una sangría de más de treinta asientos a escala estatal.

El cuádruple empate a dos resulta engañoso, dado que los tres primeros clasificados ocupan un margen estrecho y que escapa a los límites de precisión del sondeo, con el PSOE netamente descolgado. El PP no solo debe vigilar el auge de Ciudadanos, que está a punto de adelantarle. De acuerdo con los medios de información y de propaganda, todavía resulta más chocante que los populares solo superen a Podemos en nueve mil sufragios, dada la desigual correlación de sus impactos. La consolidación de los emergentes de izquierdas es menos estridente que la ebullición de Albert Rivera, y demuestra que los respaldos a la fuerza de izquierdas dominante en Balears circulan por corrientes ajenas al establishment.

En cambio, el PSOE se encuentra a casi 28 mil papeletas del PP, descolgado del pelotón de cabeza. Con este recuento, Podemos ampliaría la ventaja que ya ostenta sobre los socialistas a casi veinte mil sufragios. Más escalofriante resulta que las modestas opciones de Ciudadanos se hayan multiplicado hasta situarse 25 mil votos por encima de la antaño fuerza hegemónica de la izquierda. En consonancia con el resto del Estado, también en Balears se ha desplomado la imagen de Pedro Sánchez. La bajísima puntuación de la labor de Gobierno empeora al examinar la actuación de la oposición.

El barómetro del CIS se publica en el ecuador de la anómala legislatura. La aparente igualdad de PP y Ciudadanos no ofrece ni un momento de sosiego a los populares. El empate es ficticio, porque en el PP sucede en medio de una caída libre y sin síntomas de un enderezamiento del rumbo. En cambio, el sondeo puntúa al partido de Rivera mientras prosigue su meteórico ascenso, que dobla su presencia actual en el Congreso. De mantener el impulso, la marca emergente de la derecha se erigirá en la fuerza más votada de Balears.

El PSOE merece una atención detallada, menos por sus frugales resultados actuales que por su trayectoria previa. Pese a su apurada situación a punto de descolgarse del cuarteto premiado, el segundo escaño socialista no peligra en estos momentos, y cuesta creer que se desvanezca en el futuro. Para reducir al partido de Sánchez en Balears a un solo diputado, se requeriría una voracidad desmedida de Ciudadanos, o la entrada inesperada en liza de fuerzas como Més. La comunidad jamás ha incorporado al Congreso a un solo representante de formaciones no estatales.

El sondeo permite estimar las corrientes migratorias que se han condensado en la pujanza de Ciudadanos. Al igual que ocurrió en las autonómicas de diciembre en Cataluña, la fuerza emergente se beneficia esencialmente de votantes desengañados del PP. Esta fractura en la derecha tiene lugar por primera vez desde la muerte de Franco, y los impulsos apuntan a una sustitución de siglas salvo que los populares consigan enderezar el rumbo. El protagonismo creciente del partido de Rivera le permite beneficiarse de votantes surgidos del PSOE o incluso de Podemos.

Al votante le gusta ganar. Balears ha respetado con mayor intensidad que otras comunidades la vigencia del voto diferencial, que se expresa con distintas voces según el ámbito de las elecciones. Se sustancia por ejemplo en el abandono de Més para votar al PSOE en unas generales. Sin embargo, la predicción cada vez más unánime de un triunfo de Ciudadanos favorece su probabilidad.

El barómetro del CIS mide el evidente descrédito de la figura de Sánchez, antes que efectuar una valoración de la presidencia de Francina Armengol. Los resultados no pueden trasladarse a unas elecciones autonómicas sin traicionar su contenido. Con todo, permiten aventurar que los comicios regionales del año próximo estarán incluso más igualados que los celebrados en 2015. Ciudadanos deberá confirmar su disponibilidad a competir en todas las superficies.