Los dos inspectores de Palma, que fueron señalados por la madame, la testigo número 31 del caso Cursach, como las personas que fueron a su casa para comunicarle una oferta económica para que se marchara al extranjero, aseguraron ayer al juez que esta mujer ha sido utilizada por unos compañeros policías para perjudicarles, como consecuencia de las rencillas personales y profesionales que arrastraban desde hacía tiempo.

Estos dos funcionarios de la Escala Ejecutiva se han personado como acusación particular, a través del abogado José Zaforteza, en la investigación que se sigue contra la madame por un presunto delito de falso testimonio. Esta mujer, en una declaración que fue grabada por el juez Manuel Penalva, afirmó que estos dos inspectores se personaron en su casa, le quitaron la documentación y la llevaron al edificio de Jefatura. Allí le ofrecieron dinero, en nombre de Cursach, para que se fuera al extranjero.

El juez ordenó que se investigaran estos hechos y se comprobó que la mujer, en la fecha que ella indicaba, nunca fue llevada a comisaría, como demostraba la cámara de seguridad de la puerta del edificio oficial. También se comprobó que nunca había mantenido ningún encuentro con los dos inspectores que identificó en la declaración a través de dos fotografías.

Uno de los inspectores señaló que había mantenido una relación sentimental con una compañera, que participó en la investigación del caso Cursach. La relación terminó muy mal. Acusó a su exnovia de haber facilitado una fotografía suya, que fue mostrada a la madame para que le identificara.

El otro inspector aseguró también al juez Miguel Florit que la testigo protegida, a la que no conocía ni había hablado nunca con ella, había sido utilizada por otros policías, con los que reconoció que mantenía profundas desavenencias, para perjudicarle. Para explicar el origen de esta disputa entre compañeros de profesión, el inspector señaló que tuvo que llamarle la atención a esta policía, porque le había facilitado un cigarrillo a uno de los testigos del caso, en concreto a El Ico, que se encontraba detenido en los calabozos, lo que estaba prohibido. A partir de ese momento, señaló, empezaron las desavenencias. El inspector aseguró también al juez que la información que facilitó la testigo, al describir la oficina donde fue llevada en Jefatura, solo se la pudo facilitar un policía.