"En primavera sale de su hibernación la avispa asiática reina y lo primero que hace es localizar una zona idónea para hacer un nido primario en el que pondrá sus huevos para que nazcan unas 20 obreras. Tiene que ser un lugar resguardado porque este primer nido es muy pequeño (de unos 6 centímetros), frágil y no impermeable. Cuando nacen, se desplaza con ellas para buscar por la misma zona otro punto donde instalar el nido secundario, por ejemplo una rama de un árbol que pueda soportar su peso ya que este segundo nido puede albergar a más de 20.000 individuos y pesar más de seis kilos. Ambos nidos están confeccionados de papel, de celulosa, que las avispas confeccionan masticando con sus mandíbulas la corteza de los árboles y mezclándola con su saliva", explica Mar Leza, bióloga de la UIB investigadora de esta especie.

Hay que esperar hasta septiembre u octubre para que nazcan los ejemplares machos y las futuras reinas, que son fecundadas por los primeros y finalmente serán las únicas avispas del nido que sobrevivan. Todos las demás mueren, incluida la reina fundadora. "En cada nido secundario pueden nacer hasta trescientas reinas que repetirán este ciclo la primavera siguiente tras el periodo de hibernación", continúa dando detalles de su ciclo biológico la investigadora universitaria, que matiza que, afortunadamente, no suelen sobrevivir las trescientas futuras reinas gracias a que frecuentemente compiten entre ellas mismas.

Por eso, entre septiembre y octubre se produce el periodo de mayor actividad depredadora de las obreras para poder alimentar las crías. "Cada avispa puede llegar a cazar hasta 50 abejas al día", revela Leza dando una idea de la dimensión del problema. Si un nido secundario puede albergar hasta 20.000 obreras y cada una de estas puede cazar hasta 50 abejas por jornada, una colonia puede eliminar por sí sola hasta un millón de abejas melíferas al día. "No es tanto si se tiene en cuenta que cada colmena de abejas puede llegar a albergar hasta 50.000 individuos", matiza Leza.

"El problema es que cuando las abejas detectan su presencia, dejan de salir a recoger polen y néctar y la reina deja de poner huevos, con lo que la colonia reduce el número de sus individuos y se debilita", explica la bióloga.

Sobre su forma de cazar abejas, Leza detalla que las avispas esperan en la entrada de la colmena a que lleguen las abejas cargadas de polen en sus patas, lo que les resta movilidad y les hace más torpes. Aprovechándose de ello, las atrapa al vuelo y, ya con ellas, se para en la rama de un árbol, se cuelga de ella con su tercer par de patas y procede a partir a la abeja con sus mandíbulas hasta que se queda con el tórax, la parte de su anatomía con más proteínas que lleva hasta el nido para alimentar a las crías.

"También se alimenta de otros insectos, pero para ellas resulta más fácil alimentarse en una colmena, donde hay una gran densidad de abejas, que cazar algún insecto aislado en medio del campo", diferencia esta científica, que añade que no solo es habitual ver a estas avispas en los alrededores de las colmenas sino que también se les puede encontrar en los árboles frutales, ya que de adultas necesitan azúcares, o en los basureros de las zonas urbanas.

Para retirar los nidos secundarios durante las noches es aconsejable usar luces de color rojo, ya que es una tonalidad que no perciben estos insectos.

Preguntada sobre cómo han sobrevivido las abejas productoras de miel en países como China donde la avispa asiática es endémica, Leza diferencia que allí llevan miles de años conviviendo y que saben defenderse de estas depredadoras. Así, cuando una avispa se acerca a ellas, varias abejas la rodean y se mueven en torno a ella para elevar la temperatura hasta los 50 grados centígrados con lo que consiguen matarla porque estos insectos no sobreviven a temperaturas superiores a los 45 grados.

Leza, como Colomar, es optimista a la hora de hablar de su posible erradicación en Mallorca precisamente por su condición de isla y la dificultad de que se produzca una entrada masiva de ellas. Cree la bióloga de la UIB que los actuales ejemplares de Mallorca proceden de una única entrada que, aventura, se habría producido por el Port de Sóller de la mano de una barca de pesca procedente de Cataluña o de Francia ya que a estos animales les priva la proteína de pescado. Por eso opina que jugando con el aislamiento de Mallorca unido a unas medidas de bioseguridad en las zonas portuarias y a la búsqueda activa y erradicación de nidos que están llevando a cabo, es posible que la avispa asiática, una especie invasora que resiste y se adapta a todo, recalca, no se instale entre nosotros.