El juez Penalva rompió ayer su costumbre de evitar las manifestaciones públicas sobre el caso Cursach y concedió su primera entrevista desde que abandonara, en contra de su voluntad, esta investigación. El magistrado fue entrevistado en la cadena Ser en su programa matinal, que conduce la periodista Pepa Bueno. Penalva explicó la campaña de acoso y derribo que ha venido sufriendo, no solo él, sino todos los funcionarios que han intervenido en la investigación del caso Cursach, que se inició a raíz de las indagaciones de la trama corrupta de la Policía Local. Y se quejó sobre todo de la desprotección que han sufrido los testigos que han venido colaborando en esta peligrosa investigación y que han sido víctimas de insultos o, incluso, de agresiones físicas. “Nuestro sistema no protege lo suficiente a los testigos protegidos, creo que no los protege en absoluto”.

“Sometidos a escarnio”

El juez no rehusó una sola pregunta y explicó con detalle las maniobras que se han utilizado para atacarle, pero sobre todo para cuestionar las decisiones que ha adoptado sobre los principales investigados. “Hemos sido sometidos a escarnio público, insultados, vilipendiados, amenazados, seguidos y hay testigos que han sufrido todo tipo de tropelías”, señaló el juez. Citó el ejemplo del testigo protegido número 29 que “está absolutamente desesperado, porque le han propinado tres palizas y se le descalifica en medios de comunicación y en Facebook, y se incita a personas contra él”, explicó en la entrevista.

El acoso sufrido

También citó los episodios violentos que han sufrido en los últimos años tanto él, como el fiscal Subirán. Señaló, como ejemplo, el intento de quemar su coche particular (aunque el autor se equivocó de vehículo), o las pintadas que se han realizado en su propio domicilio particular. Y mucho peor ha sido la persecución que ha venido sufriendo el fiscal Subirán. “Han sido constantes los allanamientos en sus dos domicilios, ha sido seguido y perseguido, a veces de manera sutil”. Contó, por ejemplo, el episodio que ha sufrido el fiscal en la piscina donde acude a nadar, donde se ha encontrado con algunos policías locales investigados nadando en el mismo carril, que han aprovechado de “coincidencia” para golpearle. “A veces no son hechos denunciables, son miradas y actuaciones, conductas que provocan una intimidación”, señaló el magistrado.

Ante la descripción de los hechos, la periodista Pepa Bueno le preguntó al juez si en algún momento había sentido miedo. “No sabría contestar”, indicó, “no me considero una persona miedosa, pero a veces me he sentido inquieto y preocupado, sobre todo por mi familia y porque no sé de qué son capaces esta gente”.

En el transcurso de esta primera entrevista, el juez se mostró preocupado, sobre todo por los testigos, de lo que va a ocurrir a partir de ahora. “Esta campaña de amenazas e intimidación, principalmente contra testigos e investigados, no sabemos en qué puede acabar, y no necesariamente porque vayan a mandar dos matones a pegarnos un tiro, como ha ocurrido en Tenerife con un testigo, sino porque creo que a ellos mismos se les puede escapar de las manos”. No fue muy claro cuando se le preguntó sobre que opinión tenía tras la decisión que adoptó la Audiencia al dejar el miércoles en libertad, bajo fianza de un millón de euros, al empresario. “Si existe o no riesgo de fuga en un tema interpretable. La Audiencia ha considerado que está suficientemente mitigado y hay que respetarlo”. Sin embargo, el juez advirtió de la situación complicada que tendrán que sufrir los testigos a partir de ahora. “El principal problema es la presión que siguen ejerciendo sobre los testigos y la lectura que se puede hacer de ello”, concluyó.