La primera visita de Bartolomé Cursach al juzgado en el que se ha concentrado toda la investigación en su contra, después de que el pasado miércoles por la noche saliera en libertad bajo fianza, no pudo ser más accidentada. El empresario llamó "subnormal", según escucharon al menos dos funcionarios, y repitió presuntamente el mismo insulto en dos ocasiones más, al comentar en el propio juzgado con su abogado Fernando Mateas, la entrevista que pocas horas antes el juez Manuel Penalva concedió a una radio nacional.

Cometió la imprudencia de pronunciar estas descalificaciones en presencia de varios funcionarios y ninguno de ellos tuvo duda alguna de que Cursach se refería al juez que le ha tenido más de un año preso. Tampoco valoró en ese momento, tras su breve presencia en la oficina judicial, que sus palabras terminarían recogidas en una denuncia que poco después, cuando Cursach ya se había marchado, presentaría el juez Penalva en el juzgado de guardia. Una denuncia que motivará el inicio de un nuevo proceso por un presunto delito de injurias cometido, presuntamente, por el empresario. Delito que, dependiendo de la gravedad de los insultos y, sobre todo, a quién se dirigen (en este caso a un juez) contempla penas de multa.

Penalva fue informado inmediatamente de este incidente y, tras consultarlo con la fiscalía y constatar que los insultos a su persona habían sido escuchados por varios funcionarios, se dirigió al juzgado de guardia para presentar la correspondiente denuncia.

El magistrado hizo un relato de lo ocurrido y manifestó que no renuncia a los daños y perjuicios que podrían corresponderle. Fuentes judiciales confirmaron que, con toda seguridad, un juzgado iniciará un proceso como consecuencia de esta denuncia y se citará al empresario para que explique la razón por la que llamó "subnormal" al magistrado.

Ayer tarde, después de conocer a través de los medios la presentación de la denuncia en el juzgado de guardia, Cursach envió un comunicado negando "rotundamente" haber insultado al juez. En la nota se explica que, tanto el empresario, como el abogado, negaban que en algún momento se hubieran referido al juez Manuel Penalva. "Ni se le ha nombrado, ni se ha dado pie a que se le nombrara en ningún momento en los pocos minutos que ha durado el trámite por el que se ha acudido al juzgado", quiso dejar claro el empresario.

Absoluta normalidad

En la nota, enviada desde el Grupo Cursach, se señala que en los cuatro minutos que duró la visita a la oficina del judicial, transcurrió con "absoluta normalidad", mientras "se entregaba el pasaporte y se fijaba un domicilio en Palma para que Bartolomé Cursach reciba las notificaciones judiciales que fueran necesarias". En el comunicado se señala, por tanto, que la acusación de que en algún momento hubiera insultado al juez es "falsa" y que se basaba en unos hechos que "no se han producido, ni ningún otro que se le parezca".

A pesar de que el empresario salió en libertad el pasado miércoles por la noche, tras conseguir en un tiempo récord la fianza de un millón de euros (presentó un talón para avalar este dinero) el juzgado de instrucción número 12 de Palma, que fue el que envió a prisión al empresario, no tenía conocimiento de la decisión acordada por la Audiencia. El auto no llegó a la oficina judicial hasta la mañana de ayer. Desde el juzgado se comunicó por teléfono con el abogado de Cursach para indicarle que el investigado tenía que entregar el pasaporte, toda vez que tenía prohibido salir de España, salvo con autorización expresa.

El abogado Fernando Mateas, que ha sido el que ha conseguido convencer al tribunal de que el magnate del negocio de la noche no podía seguir en prisión preventiva tanto tiempo, se comprometió a que esa misma mañana se entregaría el documento en la oficina judicial. Este tipo de trámite lo debe realizar el investigado en persona, por lo que era necesario que Cursach acudiera esa misma mañana al juzgado.

No había transcurrido ni una hora desde la llamada telefónica cuando Cursach acudió, por primera vez en libertad, al juzgado. Su hijo conducía el coche que le llevó hasta el edificio judicial y en la puerta le esperaba Fernando Mateas. Juntos se dirigieron hacia la oficina judicial. El empresario saludó con cortesía a los dos vigilantes del juzgado.

A partir de ahora, el empresario tendrá que presentarse en el juzgado todos los lunes. Es un método para controlar de que no se va a fugar, que es uno de los motivos principales por los que ha estado tanto tiempo en prisión preventiva,aparte de los graves delitos que se le acusa.