Jamás quedó claro a lo que se refería Gertrude Stein cuando le recomendó Mallorca a Robert Graves con aquel mítico 'si puedes soportar el paraíso'. En todo caso, aquella expresión es hoy más vigente que nunca cuando los residentes analizan las consecuencias de vivir en el lugar donde todos quieren estar. La supuesta bendición que supone a ojos de un visitante vivir en la que fue la isla de la calma tiene sus inconvenientes, que paradójicamente proceden en su mayoría del propio éxito como destino.

Caminar por el centro de Palma es algunos días una verdadera carrera de obstáculos. Salir de excursión y encontrar algunos caminos de la Serra de Tramuntana abarrotados de senderistas o conducir tras un pelotón ciclista o atascados en la vía de Cintura son episodios que ya ni siquiera se concentran en los meses de verano, para los que los locales ya habían desarrollado cierta tolerancia. Ahora se compite por el espacio todo el año. Y por la vivienda. Pero las consecuencias de vivir en un destino turístico de primer orden no solamente afectan a cuestiones cuantificables, sino también a intangibles como la sensación de saturación que confirman marcadores como el índice de presión humana.

Restricciones de tráfico: El acceso se limitará a puntos de la Serra y calas vírgenes

Una de las fotografías que utilizó la Agencia de Turismo de Baleares para promocionar Mallorca mostraba una estampa idílica del faro de Formentor sin presencia humana alguna. Difícil toma, ya que en septiembre de 2017 la intensidad media diaria fue allí de 5.200 coches y de hasta 8.554 al hotel que hay en el cabo pollencí.

Ante estas cifras estratosféricas, las administraciones han tenido que tomar cartas en el asunto en forma de restricciones de tráfico. Concretamente, el Consell de Mallorca y los respectivos ayuntamientos ultiman regulaciones en tres carreteras de la Serra de Tramuntana para reducir el número de vehículos. Las vías "sin salida" de Formentor, sa Calobra y Port de Valldemossa "son de las que sufren más presión" durante los meses de temporada media y alta, reconocen desde el departamento de Territorio. En sa Calobra las restricciones serán este año las mismas que ya se aplicaron el año pasado, por lo que se limitan a 35 los autobuses que pueden bajar al día, previo pago de 5 euros. Por otra parte, Territorio está a punto de licitar la colocación de radares en el Port de Valldemossa y Formentor para concretar a qué horas del día se producen las puntas de tráfico. Una vez se tengan los datos se decidirán las medidas oportunas.

A Cala s'Almunia, el Caló del Moro y Es Trenc esta temporada tampoco se podrá acceder con vehículo privado. Las aglomeraciones de coches obligaron al Govern a habilitar buses lanzadera para evitar los colapsos, un servicio que también funcionará este año.

Colapso circulatorio: Aevab considera "absurda" la cantidad de coches de alquiler

La sensación de saturación en las carreteras de Mallorca no es una percepción subjetiva, sino un hecho. Los números hablan por si solos. Las carencias en cuanto a transporte público hacen que la isla tenga un parque de vehículos muy elevado. Entre 1997 y 2007, el número de vehículos subió de los 475.837 a los 686.917. En 2017 el número de vehículos matriculados en Mallorca ya había crecido hasta los 767.356 para una población de 868.693 personas censadas.

Más atascos, más tiempo para llegar al trabajo, más coches sobre la calzada, más dificultad para aparcar. Es el tema de conversación que se empieza a reproducir a lo largo de la isla. Con el pistoletazo de la semana Santa, los coches de alquiler ya se dejan ver . De momento, según datos de marzo, la conselleria de Turismo solo tiene censados 38.244 coches de alquiler. El año pasado llegaron a circular 120.000 por las carreteras de Mallorca según los cálculos del presidente de la Asociación Empresarial de Alquiler de Vehículos con y sin Conductor de Baleares, Ramon Reus. "A los 50.000 que hay aquí todo el año se suman los que llegan para el verano", asegura. Califica de "absurdo" tal cantidad, de la que aproximadamente unos 50.000 "ni pagan impuesto de circulación ni IRPF" en Mallorca.

Movilidad: Billetes a precio de oro pese al descuento

Probablemente cuando más agraviado se siente un residente en las islas es cuando tiene que comprar un billete de avión, casi siempre a precio de oro. En ocasiones sale más caro volar incluso después de aplicar el descuento del 50%. Este diario lo constató el pasado martes echando un vistazo a Internet. Viajar de Mallorca a Barcelona el próximo sábado a las 08:40 horas en un vuelo de Air Europa costaba 61,11 euros aplicando el descuento del 50%. A esa misma hora saldrá otro avión desde El Prat con destino a Palma por 34,23 euros. Es decir, casi la mitad de barato pese a no estar bonificado.

Esta distorsión se repite en todas las compañías analizadas. Otro ejemplo, esta vez de Ryanair y también con precios del pasado martes. Volar en la 'low cost' irlandesa el próximo sábado desde Mallorca a Valencia costaba 30,64 euros a las 22:30 horas con el descuento. El trayecto a la inversa, saliendo de Manises a las 20:55 horas, valía 37,44 euros sin descuento. Es decir, solo siete euros más caro pese a no estar bonificado.

Estas anomalías no son la norma, pero sirven para ilustrar lo gravoso que le resulta a un residente en las islas viajar en comparación con uno de la Península. Por aire y por tierra.

La movilidad de los residentes en la Península está garantizada gracias a una extensa red ferroviaria que además es más barata que el avión. Volar de Palma a Madrid a las 10:30 horas el próximo sábado costaba el martes 53,61 euros con el descuento. Un bilbaíno que quiera viajar a Madrid ese día a la misma hora pagará 35,15 euros por un billete de tren. Incluso un sevillano que coja el AVE pagará menos: 53,40 euros.

Índice de presión humana: La saturación es una de las preocupaciones de la población

En el año 2010, 11,5 millones de turistas visitaron Balears. En solo seis años la cifra creció hasta los 15,3 millones. De récord en récord, la saturación se percibe como un problema que preocupa a los ciudadanos. En 2016, el Ecobarómetro reflejaba que a un 52% le inquieta este asunto.

Y no es para menos. Ante la discusión sobre si la saturación es una sensación o una realidad, los datos. El 9 de agosto de 2017 batió el récord de todos los tiempos. En Balears había ese día 2.078.276 personas a la vez. El año anterior, con 42.144 personas menos, ya había batido el récord del 2015. Y es que en 20 años - entre 1997 y 2017 - la presión humana ha crecido más de un 40%. El máximo de ese año, el primero del que el IBESTAT empezó a proporcionar datos, fue de 1,4 millones de personas. En agosto de 2017 había 600.000 personas más en la isla que dos décadas atrás.

El problema es que los expertos apuntan que, lejos de mitigarse, la presión humana sobre las Islas se incrementará en las próximas décadas. Según un estudio del doctor en Economía de la UIB, Andreu Sansó, en 2030 podrían llegar a coincidir un máximo de 2,5 millones en Baleares, con una población media de 1,8 millones. La previsión del catedrático de Economía Aplicada también se refiere a las playas, donde sin tener en cuenta los cruceristas ni los yates privados, podrían llegar a coincidir 25,6 personas por metro lineal de playa en Mallorca.

Si alguien piensa que huir a la montaña es escapar de la saturación, nada más lejos. La asociación Muntanya del Voltor, que engloba las fincas de Can Costa, Son Moragues, Son Gual y Son Gual Petit, con una extensión total de 300 hectáreas en la Serra de Tramuntana, contabilizó 45.076 senderistas en 2017. Un 64% eran turistas, el 34% de los cuales, alemanes. Unas cifras nada desdeñables que solo cuentan a los visitantes que accedieron a la Serra desde estas fincas situadas en el municipio de Valldemossa.

Compras: La insularidad penaliza el producto fresco

Los residentes en Balears soportan unos cuantos sobrecostes reales, pero el debate de la insularidad también se ha alimentado de alguna leyenda urbana. Por ejemplo, no es cierto que la compra salga más cara en un supermercado de Mallorca que en uno de la Península. O más exactamente, no es completamente cierto.

"Un paquete de arroz vale exactamente lo mismo aquí que en la Península. El establecimiento asume en parte los costes derivados del transporte. Al final ese sobrecoste acaba diluyéndose completamente, así que no repercute en el consumidor. Otra cosa es el producto fresco", explica un responsable de una cadena de supermercados.

"Tiene costes de producción más altos en Mallorca que en la Península, donde pueden practicar una economía de escala que abarata el producto. Cuentan con una estructura que les permite producir más unidades de un mismo artículo", añade.

"El producto fresco es más caro aquí que en Madrid, seguro", valora el representante de otra cadena de supermercados. "En general en la isla hay poca oferta de carnes o pescados frescos y mucha demanda", destaca.

¿Y qué ocurre con la moda? "Es exactamente el mismo precio, normalmente las marcas lo respetan", asegura Pedro Mesquida, creador de la firma Xino's. "La insularidad no encarece ropa, zapatos ni complementos", subraya.

Alquileres: Precios que han expulsado del mercado a miles de residentes

Encontrar un alquiler asequible en Mallorca en invierno es improbable y, a las puertas de otra temporada alta, imposible. La angustiosa búsqueda de piso ha atrapado a miles de personas a las que hasta hace unos pocos años les bastaba con unos ingresos medios para acomodarse en algún inmueble. Pero el fenómeno del alquiler turístico ha barrido con buena parte de la oferta residencial, al tiempo que se disparaba la demanda. ¿El resultado? Las subidas de precio más altas del Estado.

El año pasado el precio de los alquileres en Balears se incrementó un 22,1% -la segunda mayor subida del Estado-, arrasando los máximos históricos previos al inicio de la crisis en 2007. El metro cuadrado se sitúa en 12,5 euros para el conjunto del archipiélago, según el portal Idealista.

Precios imposibles, especialmente en una Palma encarecida porlas apetencias de inversores y extranjeros.

Residuos: El turismo pesa 5.100 toneladas de basura en Palma

El volumen de residuos generados en Palma creció el año pasado un 12% respecto de 2016. Este aumento fue, en parte, debido al turismo. Así lo reconoció la presidenta de Emaya, Neus Truyol.

De hecho, Palma ya registró el año pasado puntas de residuos como si fuera una zona turística más. El mes con una menor producción de residuos fue febrero, con 16.605 toneladas registradas por Emaya. En agosto, en cambio, fueron casi 22.000, una diferencia de 5.100 toneladas.