Un individuo que se dedicaba a cobrar una presunta deuda de un moroso, presentándose en la empresa vestido de torero, ha sido condenado por la Audiencia de Palma como autor de un delito leve de coacciones. Una condena que ya estableció el juez de Instrucción número 8 de Palma, Antoni Rotger, que entendió que este pintoresco método para cobrar una deuda a una empresa merecía una condena penal, que representa el pago de una multa económica, que no se sabe si es inferior o superior a la deuda que reclamaba.

El acusado ha sido declarado culpable de un delito leve de coacciones. No es la primera vez que aparecen en Mallorca trabajadores de empresas que se dedican al cobro de facturas impagadas. Estas empresas tratan de captar clientes que una y otra vez han visto cómo las reclamaciones que realizan no tienen éxito y para no acudir a los tribunales para exigir los pagos, buscan otros métodos. Así aparecieron los famosos cobradores del frac, que de pronto se presentaban elegantemente vestidos en el domicilio o empresa del moroso y le exigían que pagara lo que debía.

Los cobradores del frac prácticamente han desaparecido de las ciudades, pero el negocio de cobro de morosos sigue en vigor. Lo único que ha cambiado es la vestimenta. Estos empleados se presentan ahora en las oficinas vestidos de toreros y con un maletín que indica la empresa para la que trabajan.

Con la vestimenta de matador de toros se presentó un individuo hace unos meses en la puerta de una empresa hortícola de la localidad de Santa Maria, en Mallorca. El acusado se presentó como empleado de la empresa del moroso y exigió que le pagaran la factura que llevaba en el maletín. El falso torero no iba solo. Le acompañaba otro hombre, elegantemente vestido con un traje, que grababa la escena. Fue este segundo hombre el que le anunció que estarían allí, es decir, ante la puerta de la empresa, hasta que cobraran la deuda. La empresaria llamó a la Policía Local y denunció los hechos.

Para justificar la condena, la sentencia denuncia que este tipo de empresa utiliza medios coactivos que van más allá de la notificación de la existencia de una deuda. Es decir, los jueces creen que estos métodos, al presentarse una persona en la sede de una empresa vestido de torero, lo que ocasiona es una presión a la parte deudora, con el objetivo de comprometer públicamente su credibilidad y solvencia. Constituye, según insiste la sentencia, un claro atentado contra el honor y la libertad de la víctima, porque la presencia de estos cobradores de deudas disfrazados lo que hace es transmitir una imagen de morosidad, que muchas veces es distorsionada, pues el "cobrador no es quien para decidir si el impago de una deuda está o no justificado". El falso matador de toros tendrá que pagar una multa económica de 540 euros.