A poco más de un año para que acabe la legislatura, tampoco es plan enzarzarse en peleas internas, deben pensar en el Govern, que bastante tendremos con tratar de volver a gobernar. Y no es mala idea, sobre todo teniendo en cuenta lo escarmentado que quedó el ciudadano medio de la euforia constructora de la historia reciente de Balears, que dejó las islas llenas de grandes obras muy cuestionadas y las cuentas públicas en números rojos.
Hay que tener en cuenta también que en el Govern conviven sensibilidades muy distintas y que los votantes naturales de Més y Podemos suelen ver con enorme suspicacia las grandes obras viarias en un territorio cada vez más machacado y saturado. Solo hay que ver las fricciones que han supuesto algunas de los proyectos aprobados hasta ahora, algunos de los cuales todavía provocan una fuerte contestación entre sus bases.
Así que no está mal frenar un poco. La tregua permitirá cribar los proyectos y determinar cuáles son los verdaderamente esenciales. Porque, en contra de lo que propugnan empresas constructoras y grupos de presión, las prisas en las infraestructuras no son buenas, y aquí no hay ninguna autopista urgente. Hagan un buen mantenimiento de las carreteras existentes y piensen bien el próximo paso que dan.
