Rajoy y Montoro niegan a los ciudadanos de Balears vuelos asequibles. Los turistas que ya vuelven a saturar Mallorca -que rápido pasa el tiempo- seguirán pagando billetes más baratos para venir al parque temático que los residentes para escapar de él. Vivir en el paraíso tiene un precio, pero huir de él también.
Ha sido la enésima ocasión para constatar que el peso de Balears en la política nacional es igual a cero. Rajoy y Montoro no se han olvidado del archipiélago, es que nunca lo han tenido en cuenta. Buena parte de culpa la tienen los políticos autóctonos, empeñados en ser irrelevantes. ¿Quién es el mejor interlocutor de Balears en Madrid? ¿Armengol? ¿Company? Por supuesto que no. Es Canarias.
Obviar el aumento del 75% de descuento en los vuelos entre las islas y la Península ha cogido con el pie cambiado a los canarios, cuyos dos diputados en el Congreso son imprescindibles para aprobar los Presupuestos. Pese al fiasco, confían en que sus enmiendas aseguren la subvención en caso de que haya luz verde para las cuentas.
Esa es la única bala de Armengol, que en noviembre montó una cumbre de regiones periféricas saldada con muchas fotos y ningún contenido. Company se ha puesto de perfil (lleva así desde que fue proclamado presidente del PP balear) y Catalina Soler, que votó contra el descuento en el Senado y a favor en el Consell, está satisfecha a medias.
Los residentes en las islas seguirán pagando un dineral por viajar a Barcelona mientras contribuyen a rescatar las autopistas quebradas de la Península. Rajoy y Montoro no tienen dinero para mitigar los inconvenientes de la insularidad, pero siempre encuentran partidas millonarias para mantener a flote a empresarios amigos. Favores con favores se pagan.
