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Análisis

Una mano para saltar a la vida, por Joan Riera

¿Qué hacer, soltar a los jóvenes a la calle sin red o preparar un salida de las casas de acogida?

Una escena de Los miserables de Victor Hugo refleja como una ayuda en un mal momento puede cambiar la vida. Jean Valjean ha abandonado el presidio, pero nadie le da trabajo por su condición de exconvicto. Hambriento y agotado roba unos cubiertos de plata de la casa del obispo Myriel. La policía le detiene y sospecha del hurto. Conducido ante el prelado, este le protege. No solo niega el delito sino que sostiene, contra toda evidencia, que se trata de un regalo para que rehaga su vida. El resto de la historia es conocida gracias, en primer lugar, a la literatura, pero también al teatro, al cine o al musical que se representa en Londres desde hace tres décadas. Valjean, pese a la obsesiva persecución del policía Javert, se convierte en empresario de éxito y en un hombre caritativo.

Todo el mundo necesita que alguien le eche una mano en algún momento de la vida. Los servicios sociales de Mallorca acogen a 899 menores con problemas familiares. Cuando cumplen los 18 años deben abandonar el hogar tutelado que les ha proporcionado una institución pública y emprender una nueva vida.

Analizamos la política por las grandes leyes, las broncas entre partidos o las luchas intestinas. Sin embargo, las verdaderas diferencias entre derechas e izquierdas, o mejor aún, entre políticos con sensibilidad social o no, se descubren en estas circunstancias. ¿Qué hacer, soltar a los jóvenes a la calle sin red o preparar un salida de las casas de acogida suave y que les permita volar lejos y alto? El Govern actual mantiene dos líneas de respaldo a estos jóvenes. Les proporciona un hogar a través del Institut Balear de la Vivenda (Ibavi) o les paga una pensión mínima. Con condiciones. Deben tener trabajo o buscarlo activamente. Estas ayudas ya existían con el anterior Pacto de Progreso, pero el Ejecutivo de José Ramón Bauzá las eliminó tras su contundente victoria electoral de 2011.

Existen diferencias en las políticas y entre políticos, aunque no sean las que llenan espacio en los grandes medios informativos. Una la ilustra a la perfección el "que se jodan", que la diputada Andrea Fabra, hija del corrupto presidente de la Diputación de Castellón, dirigió a los parados españoles. Otra es la que aplica medidas de respaldo a quien atraviesa un bache vital y se esfuerza para salir de él.

Llama la atención que entre los 116 casos de jóvenes que reciben respaldo público tras abandonar un hogar tutelado se encuentren tres universitarios. ¿Cuántos genios han brillado gracias a que recibieron el respaldo de un benefactor? La respuesta es muchos menos de los que se perdieron porque la fortuna no se cruzó en su camino. ¿Y si entre esos tres estudiantes hubiera un gran hombre?

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