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La mujer más rica del mundo perdió la cabeza en Formentor

Liliane Bettencourt, accionista del imperio familiar L´Oréal y de Nestlé, falleció el año pasado, fue siempre fiel a su veraneo mallorquín y amasó una fortuna personal de treinta mil millones de euros.

La caída sufrida por Liliane Bettencourt en su mansión de Formentor en 2006 obligó a trasladarla a Francia, y se ha tomado como el punto de partida de los problemas mentales que anulan las donaciones efectuadas a su amigo íntimo François Banier, 25 años más joven.

Una pastilla de cada tableta de Nestlé vendida en el mundo se iba al bolsillo de Liliane Bettencourt, accionista de la marca de alimentación y del imperio familiar L'Oréal. La mujer más rica del mundo amasó una fortuna personal de treinta mil millones de euros según Forbes. Siempre fue fiel a su descanso estival en Mallorca, hasta el punto de que falleció el año pasado a punto de cumplir los 95, pero un verano antes todavía viajaba en compañía de su familia a su mansión de Formentor, que había adquirido siendo treintañera en 1958. Paredes blancas, pinos, macizos de flores, adelfas, terrazas, tumbonas junto a la piscina, el menú completo.

Siempre voló a Mallorca en avión privado. Hasta poco antes de morir nadaba en una espectacular piscina que envuelve estancias de la casa. Sus recuerdos ya estaban embarullados en una neblina, pero la suerte de una fortuna de cientos de millones de euros dependía de dilucidar el momento exacto en que la mujer más rica del mundo extravió su autonomía mental.

Perder la cabeza en Mallorca es una frase de doble sentido. Por desgracia, en el caso de Bettencourt adquiere su significado literal, además de quedar fijada en fecha tan concreta como el 24 de agosto de 2006, durante las invariables vacaciones veraniegas en Formentor. A estas alturas convendría haber introducido a André Bettencourt, el esposo de Liliane que fallecería al año siguiente. Este político francés fue ministro con Pierre Mendés-France y con Georges Pompidou. Vinculado a la derecha, involucró al matrimonio en las noticias de sobres con billetes entregados a destacados candidatos galos en periodo electoral, empezando por Nicolas Sarkozy

El incidente vivido aquel jueves de agosto de 2006 fue rocambolesco, digno de una carcajada de no mediar sus lesiones irreversibles. Aunque la multimillonaria nadaba todavía con brío y ejecutaba una metódica tabla gimnástica junto a su piscina mallorquina, se quejaba de ansiedad, insomnio y contracturas. Aquella noche, André Bettencourt corrió a la cama de su esposa al verla dolorida, con tan mala fortuna que tropezó y arrastró a su mujer al suelo.

Para complicar la situación, la doncella francesa del matrimonio había salido a bailar, así que los dos ancianos permanecieron en el suelo de su casa de Formentor durante horas. Liliane Bettencourt pasó todavía unos días en Mallorca, en un estado de alarmante confusión. Según los forenses, aquí surge la "vulnerabilidad" de la multimillonaria, que obliga a cuestionar sus decisiones económicas subsiguientes.

La caída sufrida por Liliane Bettencourt en su mansión de Formentor en 2006 obligó a trasladarla a Francia, y se ha tomado como el punto de partida de los problemas mentales que anulaban las donaciones efectuadas a su amigo íntimo François-Marie Banier, un cuarto de siglo más joven que la magnate y artista polifacético de profesión. Dado el escándalo suscitado por esta pareja, conviene recordar que es el mismo margen de edad existente entre Brigitte y Emmanuel Macron.

Una diferencia sustancial entre ambas relaciones estriba en que Bettencourt regó a Banier con cientos de millones de euros en regalos, incluida la propiedad de una isla privada en las Seychelles, que tenía la desventaja de los mosquitos con Formentor. Sin olvidar los impuestos, también millonarios, anejos a las sustantivas donaciones.

La desmedida obsequiosidad acabó en los tribunales, que debían decidir si Banier era un vulgar cazafortunas que aprovechó la debilidad de su amiga íntima. Las acciones judiciales fueron promovidas por la hija única de la magnate y también veraneante en Mallorca, contra la voluntad de su madre. La tirantez entre ambas propició una cascada de declaraciones insultantes, que hicieron las delicias de la prensa francesa.

La heredera de la magnate responde por Françoise Bettencourt-Meyers, una mujer de gris frente a la exquisita elegancia de su madre. Banier también fue invitado en más de una ocasión a disfrutar del mes de agosto en compañía de André y Liliane Bettencourt en Formentor. La multimillonaria pagaba todos los gastos de su pareja, incluidas las comidas en restaurantes parisinos a más de trescientos euros el cubierto.

Formentor era solo una pieza en los dominios inmobiliarios de Bettencourt, que se complementaban con la mansión en el selecto suburbio parisino de Neuilly, una villa en la Bretaña, un apartamento en la Quinta Avenida neoyorquina, y la ya citada isla privada d'Arros en las Seychelles. La querella de la hija contra el amigo íntimo de su madre, sellada en una maraña de acuerdos y condenas que hicieron reversibles los cuantiosos regalos, ha sido magistralmente narrada por el periodista Tom Sancton en The Bettencourt affair.

Contamos con una pequeña ventaja con el autor estadounidense, que no conoció a los Bettencourt. Con posterioridad al aciago agosto de 2006, compartí una cena con Liliane Bettencourt en el Hotel Formentor adonde se desplazaba con frecuencia, además de una conversación anterior con su esposo André. El exministro me resumió el significado de la isla para la pareja. "Mallorca significa para nosotros la calma más absoluta". Su esposa, más despierta de lo que acreditaban los médicos, acentuaba la devoción en "aquí puedo respirar". De ahí que el matrimonio moviera sus hilos políticos para vetar la ampliación del hotel Formentor, que cegaría su privilegiada panorámica a pico sobre la bahía.

Reflexión dominical galáctica: "El cerebro es tan vasto que hasta el Universo le aburre".

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