El efecto de los fondeos de las embarcaciones de recreo sobre las praderas de posidonia del litoral balear, especie protegida por la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, no es tan devastador como se creía.

Esa es al menos la conclusión de un estudio encargado por varias asociaciones del sector náutico balear y por la Cámara de Comercio de Mallorca que fue presentado ayer tarde en la sede de esta última institución.

Un informe que calcula que cada año se producen unos 26.712 fondeos anuales sobre posidonia. "Si duplicamos este impacto, lo que supone un escenario totalmente sesgado hacia el lado de la seguridad, en base a la afección del garreo (cuando el ancla resbala en el fondo) y borneo (movimiento circular que describe un buque alrededor de la posición de fondeo), tendríamos un impacto anual que representaría un 0,00056% del total de la posidonia existente en las Illes Balears", señala el estudio en base a datos aportados por diversos medios de información así como mediante el estudio detallado de fotografías aéreas.

El estudio parte del dato de que las praderas de posidonia ocupan 930 kilómetros cuadrados del fondo marino del archipiélago distribuidas por islas en la siguiente proporción: 706 kilómetros cuadrados en Mallorca, 82 en Menorca, 63,09 en Eivissa y 76,65 en Formentera.

El informe asegura que los mayores "impactos transitorios de origen antropogénico (por actividades humanas)" sobre esta planta protegida son, en primer lugar, los vertidos de aguas residuales bien sea a través de emisarios submarinos o en la costa, los vertidos de salmueras procedentes de plantas desalinizadoras en segunda posición y las operaciones de dragado en zonas sensibles en tercer lugar antes de llegar a los fondeos indiscriminados.

El estudio, elaborado por la empresa Tecnoambiente, consultoría marina y ambiental, aporta datos en los que sustenta las anteriores afirmaciones.

200 millones de litros diarios

Así, dice que 47 de las 104 conducciones de vertido al mar, muchas de ellas aún no legalizadas, se producen sobre praderas de esta planta protegida. "En época estival, se pueden generar en el archipiélago balear más de 200 millones de litros de agua residual por día", cifra el informe añadiendo que la mayor parte de estas aguas son vertidas al mar y que este volumen de vertidos sobrepasa claramente la capacidad de depuración de la comunidad autónoma.

Y añade que "solo tres emisarios submarinos situados sobre la pradera de posidonia oceanica existente en la Bahía de Palma puede haber afectado a un total de 6.000.000 metros cuadrados de superficie de fanerógamas marinas, un 0,64% de la pradera de posidonia existente en Balears".

Con respecto a las plantas desaladoras, el estudio revela que las seis instalaciones de las islas vierten más de 15 millones de metros cúbicos anuales de agua hipersalina. Y pese a que se admite que la afectación sobre la especie protegida por estos vertidos es difícil de calcular, se remarca que solo "en la zona del Torrent Gros, a causa del vertido de la planta desalinizadora de la Bahía de Palma, se puede estimar en más de 1.500.000 metros cuadrados la afección sobre la pradera de fanerógamas marinas, un 0,15% de la superficie total de posidonia existente en las islas". Y añade que el agua hipersalina puede desplazarse por el fondo marino produciendo un impacto "severo" sobre los ecosistemas más sensibles.

El informe presentado ayer por el especialista de Tecnoambiente Joan Ramos Vidal tuvo su continuación con una mesa redonda para debatir sobre el asunto en la que participaron José Luis Roses, presidente de la Cámara de Comercio, Antoni Zaforteza, presidente de la Asociación de Instalaciones Náutico Deportivas de Baleares (ANADE), José María Jiménez, presidente del sector chárter APEAM, Gabriel Morell, de la Asociación de Navegantes del Mediterráneo y Carlos San Lorenzo, secretario general de la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (ANEM).

Un debate en el que se puso de manifiesto que cualquier acto que conlleve la destrucción o efectos negativos sobre la posidonia está prohibido pero que la supervisión de las Administraciones Públicas es muy escasa fuera de las zonas estrictamente protegidas por lo que el cumplimiento de esta prohibición queda, la mayor parte de las ocasiones, en manos de los patrones.

Un análisis en el que se propuso como alternativa los fondeos ecológicos ya que la tecnología actual permite instalar fondeos permanentes en manchas de arena de pequeñas dimensiones e incluso dentro de las propias praderas de posidonia con un impacto ambiental muy bajo, por lo que se concluyó que la creación de estos campos de fondeo ecológicos controlados es la alternativa más factible al fondeo libre. El decreto que regulará en Balears este fondeo considerará una infracción grave cuando afecte a más de un metro cuadrado de la planta y muy grave cuando lo haga sobre más de diez.