En la inmobiliaria Huading del barrio palmesano de Pere Garau, Minwei Jiang, de 30 años, recibe al visitante con una sonrisa y una botella de té verde. "Es para usted", le dice, ceremonioso. Después de atender a un cliente latinoamericano que tiene mucha prisa en conseguir un piso de alquiler en la zona, Jiang relata una historia de integración, alejada de los tópicos ya gastados. En un castellano fluido, explica que, cada semana, juega a su deporte favorito, el baloncesto, con sus amigos españoles y chinos en una pista de Pere Garau.

En 1990, había 4.000 chinos en toda España. El año pasado, sólo en Balears, ya rondaban los 6.000. ¿Cómo se explica este incremento?

Los chinos que empezaron a emigrar buscaban oportunidades. Una vida mejor. Se empezaron a integrar y, luego, con el tiempo, lo tuvieron más fácil para traer a otros familiares o amigos. No creo que la emigración vaya a más. Ahora, en China, se vive bien. La gente no emigra tanto. Siguen saliendo, pero en viajes de negocios o de ocio.

¿Cuál es su historia? ¿Cómo llegó a Mallorca?

Llegué con 14 años, con mi madre. Antes, había venido mi padre. Estuvo primero en Barcelona, donde trabajaba en la obra. Tenía un pequeño grupo de trabajadores y se encargaba de construcciones, como hacía en China. Él quería estar con su familia e hizo la reagrupación familiar. Por eso vinimos a Mallorca.

¿Cómo recuerda el 'choque' de venir a una cultura totalmente diferente a la suya?

Llegué, y todo era diferente. El estilo de vida de la gente, el idioma... Me costó al principio en la escuela. Como no había manera de comunicarme, empecé a intentarlo con dibujos. Así pude empezar a comunicarme con la profesora.

¿Dónde vivía?

Por Santa Catalina. Allí estudié el Bachillerato en un instituto público. Después, me puse a trabajar en los negocios típicos, ya sabe, restaurantes y comercios. Hasta que un día, junto a otros amigos, nos dijimos "¿Y por qué no montamos nosotros algo nuevo?". Y así surgió la idea de este negocio.

Se les acusa en ocasiones de ser una comunidad muy cerrada, a la que le cuesta mucho integrarse.

El idioma es la principal barrera. Si no te puedes comunicar bien con la gente, eso es un obstáculo importante. Pero eso no quiere decir que los chinos no sean hospitalarios. A la mayoría de chinos les gusta invitar gente a sus casas. Yo mismo, cada semana, juego a baloncesto aquí, en Pere Garau, con mis amigos españoles y chinos.

Al principio, la emigración china se centró en el negocio de los restaurantes. Luego, vinieron los bazares, las tiendas de 'Todo a 100'. En los últimos años, han ido montando otro tipo de negocios. Como esta inmobiliaria y esta agencia de viajes que están en la misma oficina. ¿Cuál sería el siguiente paso de esta evolución empresarial que ha dado su comunidad?

La gente busca oportunidades. Si vemos que hay una necesidad que el mercado pide, intentamos cubrirla. Éste es el caso de nuestra inmobiliaria. Vimos que había gente que llevaba años trabajando aquí, que tenía unos ahorros y que quería comprar una casa. A los chinos les gusta ser propietarios. Les da tranquilidad, más que alquilar un piso.

Esa voluntad de comprar demuestra una voluntad de arraigo en la isla.

Yo diría que un 80 ó 90 por ciento de los chinos que viven aquí quieren seguir viviendo en la isla. Ya tienen la familia aquí, a los niños en el colegio, a compañeros españoles.

Me llaman la atención esos bares de toda la vida que están en barriadas de Palma

Como ya estamos aquí desde hace años, hemos aprendido cómo es la cocina mallorquina, cómo hay que servir las cosas. Además, saben llevarse bien con los vecinos de siempre.

El verano del año pasado, había registrados en la Comunidad algo más de 1.200 autónomos chinos. Representan prácticamente una cuarta parte del total de empresarios autónomos extracomunitarios de Balears. ¿A qué se debe esta cultura emprendedora?

A los chinos les gusta abrir sus propios negocios, trabajar por su cuenta. Así tienen más libertad. Más libertad, por ejemplo, para llevar a sus hijos al colegio o para tomarse un permiso si hay algún problema en la familia. Si no, tienen que pedir permiso a su jefe cada vez que sufren un problema y eso es molesto.

Si hay tantos autónomos, deberán de estar acostumbrados a lidiar con la burocracia española. ¿Cómo lo hacen?

Muchas veces, contratan una gestoría para sus trámites. Como ya he dicho antes, la barrera del idioma dificulta mucho todo. Ya hay gestorías españolas que tienen empleados chinos. Y abogados chinos también. Son jóvenes de segunda o tercera generación que han estudiado y han hecho su vida aquí. Algunos de ellos no quieren seguir con el tipo de negocio al que se han dedicado sus padres: los restaurantes y los bazares.

¿Y por qué no quieren seguir con estos negocios?

Son muchas horas de trabajo. Y ellos tienen una visión diferente de las cosas. Tienen más posibilidades y capacidad para elegir su vida. Ahora abren gestorías, estudios fotográficos, farmacias, hay abogados...

¿Este rechazo a seguir con los negocios tradicionales produce un choque generacional con los padres?

Los padres ahora son más abiertos. Yo tengo un tío en Barcelona, que lleva muchos años allí. Su hijo, mi primo, tiene una novia española y el padre no ha puesto ningún problema.

Si me dice esto, es porque antes sí que suponían un problema esas parejas mixtas.

Ahora estas parejas mixtas se ven cada vez mejor. Hay cada vez más, y son un signo de más integración.

Uno de los muchos tópicos que circulan sobre la comunidad china habla de que ustedes disfrutan de beneficios fiscales, gracias a un acuerdo entre el gobierno español y el chino.

Sí, yo lo he oído también muchas veces. Pero, realmente, pagamos impuestos como todo el mundo y no hemos tenido ningún beneficio.

Otro tópico: los productos chinos son sinónimo de baja calidad.

La verdad es que encuentras todo tipo de productos, de todos los precios. Si compras algo muy barato, no tendrá tanta calidad, claro. Pero China apuesta cada vez más por las nuevas tecnologías y fabrica móviles de última generación muy buenos.

Un tópico más: ¿por qué no se ven chinos mayores por la calle? ¿Qué pasa con ellos?

¡Yo sí los veo! En los parques, podrá usted ver muchos de ellos, cuidando a sus nietos mientras los padres trabajan.

¿Cómo nos ven en China a los españoles?

¡También con muchos tópicos! Toreros, flamenco, jamón, paella... Pero yo les digo que existen muchas más cosas bonitas en España.

El turismo chino aún es incipiente en Mallorca.

Yo creo que vendrán cada vez más turistas chinos e inversores a Mallorca.

Pero está el tópico de que al turista chino no le gustan los destinos de sol y playa.

¡Sí que les gusta el mar! Pero no van para tomar el sol, eso sí. Lo que les gusta es disfrutar de las vistas. Y es verdad que a ellos les gusta mucho ir de compras, a calles donde haya marcas conocidas. ¡Compran siempre muchos regalos! Es la costumbre. Hay que llegar con muchos regalos para toda la familia después de haber hecho un viaje.

Hablaba usted de inversores de su país interesados en la isla. El Hotel Valparaíso de Palma

Hay inversores interesados en hoteles y comercios de Mallorca. Por eso, creamos en parte la agencia inmobiliaria. A medio plazo esa demanda puede incrementarse. ¡Hay un gran mercado por explotar! Hay muchas empresas interesadas en invertir fuera.

Me imagino que en su inmobiliaria habrán notado una mayor demanda de alquileres en los últimos años. Pere Garau aparece como la última frontera en la ciudad para lograr un alquiler a un precio más o menos asequible en Palma.

Sí, sí. Cada día vienen clientes a pedir pisos de alquiler y no podemos cubrir toda esa demanda. Los alquileres están muy cotizados.

¿Con cuántos miembros cuenta actualmente la Asociación China de Baleares?

Unos 30. Hay restaurantes, comercios, almacenes. Y a esos 30 hay que añadir los que colaboran con nosotros cuando organizamos actividades. Estamos abiertos a cualquiera que necesite algo.

¿Cuál es la función de la asociación?

Queremos hacer de enlace entre empresarios y la administración. Los empresarios chinos de todas formas han hecho un cambio. Antes, sólo contrataban empleados chinos. Pero, como ahora dominan mejor el idioma, también están contratando españoles.

¿Qué tipo de actividades organizan?

Hace poco celebramos aquí, en Pere Garau, la segunda edición del Año Nuevo chino. Invitamos a cantantes locales a participar. También intervinimos en la Feria Cultural, junto a representantes de otros países. Lo que queremos es que las culturas se acerquen.

Sin embargo, a pie de calle, aparecen a veces suspicacias por la proliferación de negocios regentados por sus compatriotas.

Hace falta un mejor conocimiento para que haya menos malentendidos. Es como cuando ves un empresario que va con un coche muy bueno. Llama la atención, sí, pero bueno también habrá trabajado para comprárselo.

Hablando de integración, ¿a usted qué costumbre española se ha adaptado usted más fácilmente?

¡La siesta! Los chinos también tenemos esta costumbre en nuestro país. Hay muchos otros parecidos. Aquí está la paella, y en China se come mucho arroz.

¿Y cuál es la costumbre de aquí que a usted aún le cuesta más asimilar?

Al principio, me costaba el tema de abrazarse tanto y darse besos cada vez que saludas. En China, es diferente. Allí se marcan más las distancias. Pero, bueno, como tengo muchos amigos españoles, me he ido habituando.