"Algún psicólogo me dijo que era mejor callar, que me podía hacer más daño. Me metí en una espiral autodestructiva con alcohol, ludopatía, pensando en el suicidio... Un día terminé en el hospital y salí viva de allí por solo diez minutos. Estaba cayendo en picado". Es parte del duro relato que ofreció ayer Carmen Rodríguez, víctima de abusos sexuales durante su infancia, para animar a otros en su misma situación a buscar ayuda.

Ahora, con 41 años, afirma que pudo salir adelante gracias a las psicólogas de la Fundación Rana, entidad que en 2010 inició un programa dirigido específicamente a aquellos que sufrieron abusos durante su niñez. "La llamada a Rana fue la más importante de mi vida. Me escucharon, por primera vez sentí que encajaba. Se abrió un mundo nuevo para mí. Conocí a gente que estaba en la misma situación, personas a las que considero mis hermanos. Acababa de perder casa, negocio e hijos. Lo he recuperado todo y hoy vuelvo a sonreír y a ser feliz", concluyó Carmen entre los aplausos del auditorio.

La Fundación RANA (Red de Ayuda a Niños Abusados) presentó ayer los principales resultados de una terapia que desde 2010 ha atendido a 286 personas, el 79% mujeres. La franja de edad más numerosa está entre los 36 y los 45 años. "Normalmente antes de pedir ayuda las víctimas necesitan alcanzar una madurez. De hecho, la terapia puede ser más difícil a una corta edad o todavía demasiado cerca en el tiempo del trauma", subrayó Beatriz Benavente, psicóloga que junto con Sonia Cortejarena y otras profesionales han pilotado este exitoso programa que ha contado con el apoyo de la Obra Social 'La Caixa'.

También Patricia Morey cogió el micrófono para ofrecer su testimonio. "Mis padres me invitaron a callar, y todos los psicólogos a los que acudía me empastillaban. Hasta que llegué a la Fundación Rana y me preguntaron cosas que nunca me habían preguntado", arrancó esta víctima con voz entrecortada.

"Hablar de lo que me pasó me hacía mucho daño, pero cada terapia salía reforzada. Sentía que la bestia que había dentro de mí se iba apaciguando. Me cogieron de la mano, me apoyaron y me escucharon. Ahora son mi familia. Lo que quiero decir a otros en mi situación es que siempre hay una salida. A mí me han salvado la vida", sentenció Morey.

Documental y conferencia

El acto, celebrado en la dirección territorial de Caixabank en Balears ante un numeroso público formado en su mayoría por profesionales del sector, incluyó la proyección de un documental y una conferencia de Noemí Pereda, psicóloga e investigadora en la Universitat de Barcelona, sobre los obstáculos que afrontan las víctimas cuando deciden dar el paso de denunciar.

"Llegan a lo que llamamos la revelación de manera tardía y conflictiva porque cuando se deciden a contar lo que les pasó generan muchos problemas en la familia. Eso lleva a que a menudo se retracten y desistan de ir a juicio", lamentó Pereda. Asimismo, puso el foco sobre los problemas para recordar de muchas víctimas fruto de años esforzándose por olvidar lo que les sucedió.

"Hay una desconexión con la realidad, una amnesia disociativa que empieza cuando la víctima sufre los abusos como estrategia de supervivencia. Pero eso provoca que después no recuerden detalles y no les crean. La mente es muy poderosa", enfatizó esta investigadora.

Asimismo, reclamó profesionales cualificados para atender a los afectados desde que deciden hacer públicos los abusos: "Los médicos no pueden identificar a una víctima de abusos sexuales y los psicólogos no saben tratarlos. A veces el problema no es solo el juez, sino quienes hay antes de llegar a él".