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Políticas en Balears: el mundo del micromachismo

Armengol, Prohens, Busquets, Camargo, Sureda, Ballester y Font se abrieron camino en sus partidos hasta la primera línea

El 18 de junio de 2002, con el primer Pacto de Progreso en el Govern, el Parlament aprobaba una de esas leyes pioneras en el Estado, la llamada 'listas cremallera' para las candidaturas electorales. Lo hizo con el voto en contra del PP. Para el entonces ministro y líder del partido en las islas, Jaume Matas, se trataba de una iniciativa "mediática". La popular Mabel Cabrer sostuvo en aquel entonces que las listas totalmente paritarias se traducirían en una "representación ficticia" de las mujeres en la Cámara balear, ya que en lugar de estar "las mejores" lo que habría sería "auténticas mujeres florero". En esos momentos el Parlament contaba con 40 diputados y 19 diputadas. En la actualidad siguen siendo más los hombres, a pesar de la paridad en la confección de listas electorales, pero las distancia se ha reducido considerablemente: 31 parlamentarios y 28 parlamentarias.

Mas datos. Al frente del Govern, en estos momentos, se encuentra la socialista Francina Armengol, la primera mujer presidenta de la Comunidad Autónoma. Como número dos del Ejecutivo, la coordinadora de Més, Bel Busquets. El Govern está formado por siete mujeres y cuatro hombres. El evidente avance en la igualdad política en la Cámara balear se refleja también en los grupos parlamentarios. En Podemos, Laura Camargo ha ejercido como portavoz hasta que su derrota en las primarias del partido la dejó como número dos del grupo parlamentario. En el grupo popular, la portavoz es otra mujer, Marga Prohens, quien además es la encargada de enfrentarse cada martes a Armengol en las preguntas de control al Govern.

Con independencia de sus circunstancias políticas, de ninguna de ellas puede decirse que sean mujeres florero. Ni de las otras diputadas que aparecen en este reportaje, de todos los partidos que cuentan con representación en el Parlament. Armengol, Prohens, Busquets, Camargo, Patricia Font (Més per Menorca), Maria Antònia Sureda (El Pi) y Olga Ballester (Ciudadanos) ocupan puestos en la primera línea de la política autonómica, un ámbito en el que no existe la brecha salarial entre hombres y mujeres, pero sí un todo un mundo de micromachismos que aparecen cuando menos se lo esperan. O bien los padecen en persona o bien, si se libran de ellos, los ven aplicados a otras políticas. Desde el escrutinio a su aspecto físico a la condescendencia en el trato. El ámbito político, en eso, es un reflejo de la sociedad. "En política quizás hay más micromachismo que machismo, ese trato diferente con el que hay una línea muy fina y fácil de cruzar", resume Patricia Font.

También hay un reflejo de la sociedad en lo que es el gran hándicap para la carrera profesional de las mujeres: la maternidad. En una actividad que exige casi la plena disponibilidad horaria como es la política, todas coinciden en que, en la práctica, los hijos añaden una dificultad de conciliación que no padecen los diputados. Si en el sector laboral privado lo habitual es que, por ejemplo, sea la mujer la que opta por reducciones de jornada para atender a los hijos, las políticas ven como el intento de conciliación familiar las coloca en desventaja respecto a sus compañeros. No están obligadas, evidentemente. Pero en la práctica, es así, en buena parte por la educación y también por la propia presión social.

"A mí me pesó más el ser madre que el ser mujer en lo que se refiere a la política", afirma Prohens quien tuvo a su hijo en la pasada legislatura, cuando se estrenaba como diputada. "En política, como en todos los sitios, cuando un hombre se va a trabajar no lleva nada, en cambio las mujeres con hijos nos metemos en el bolso una parte de culpa por no estar con ellos, un sentimiento que rara vez tiene un hombre", afirma la portavoz parlamentaria del PP. Recuerda cómo la socialista Carme Chacón recibió comentarios críticos por pasar revista a las tropas embarazada, siendo ministra de Defensa, o cómo la popular Soraya Sáenz de Santamaría también sufrió comentarios negativos por convertirse en la número dos de Rajoy al poco tiempo de dar a luz. "Yo no quiero ser juzgada ni criticada, los hombres no lo son", deja claro tras valorar el que "cada vez hay más movimientos que desmitifican la maternidad, en el sentido de que no eres una mala madre por el hecho de no renunciar a tu trayectoria social y profesional".

Armengol incide en que, en la práctica, la exigencia en este sentido es mayor para la mujer. "A un político nunca se le pregunta como consigue conciliar la vida laboral y personal, a nosotras sí, lo que es un ejemplo de hasta qué punto está incrustado en el imaginario colectivo el modelo patriarcal", afirma la presidenta del Govern y líder del PSIB. Las primeras palabras de Patricia Font para hablar de la situación de la mujer en la política balear son para referirse a que su "situación vital", es de algún modo privilegiada porque no tiene hijos. "Yo no soy el mejor ejemplo, porque aunque resulte triste decirlo, eso pesa. En el mundo laboral, fuera de la política, tener hijos te penaliza, mientras que a los hombres se les valora. En la política la situación es distinta, pero te dificulta las cosas, algo que no les ocurre a los hombres", resalta.

Les afecte o no personalmente, las siete políticas entrevistadas coinciden en este asunto. También en la existencia de micromachismos como una constante. "Todas las mujeres lo notamos en algún momento, en la política es algo que ocurre hasta en lo más anecdótico, como por ejemplo cómo te vistes, lo que en el fondo es una cosificación de la mujer", sostiene Armengol. Prohens recuerda como al principio de la legislatura, con la marcha de José Ramón Bauzá, fue la voz del PP en el debate de investidura de Armengol. "Era un reto difícil, en un momento muy complicado para el partido y lo preparé intensamente. Salí moderadamente satisfecha. Al día siguiente leí comentarios sobre mi ropa, mi sonrisa... Trabajar para que luego hablen sobre tu vestido y no sobre lo que has dicho es molesto. A un hombre eso no le pasa", relata.

Los comentarios sobre la apariencia física pueden parecer anecdóticos, pero reflejan una manera muy diferente de respetar a las mujeres y a los hombres en la política, que se traslada a otros ámbitos, incluidos los propios del partido. Camargo retoma la frase de Carme Riera: "Las mujeres no queremos el poder, sino la autoridad". Como ejemplos, pone situaciones como la de "estar en reuniones y darte cuenta de que siempre las miradas de atención se dirigen a los hombres, que lo que tú dices cuenta menos que si lo dice un hombre hasta el punto de que si dices algo y después lo dice un hombre, se le adjudica a él, es decir, que la última palabra no es nuestra".

Busquets, Sureda y Ballester afirman que en su experiencia personal no han sentido ese tipo de discriminación en la política, aunque admiten que existe, igual que el techo de cristal. "Yo he llegado aquí a base de trabajo y compromiso, pero es evidente que hay un techo de cristal en todas las áreas y en la política también. Tenemos que reivindicar constantemente. Yo no he padecido comentarios machistas, por ejemplo, pero sí el micromachismo y el tener que abrirte paso. La política es un reflejo de la sociedad y en la sociedad no existe la plena igualdad, aunque en mi partido no haya sufrido esas limitaciones", afirma Bel Busquets.

Armengol tampoco lo ha sufrido en el PSIB, pero "como en todos los aparatos de partido, incluyendo el del PSOE, sí hay la necesidad de seguir luchando por la igualdad, más que un techo de cristal propiamente dicho", sostiene. Para Prohens, "el techo de cristal es una evidencia, también en la política" y "muchas veces es la propia mujer la que renuncia, lo que no debería ser así". Añade que ella ha decidido "tirar para adelante" en su trayectoria política, "pero los hombres no sopesan tanto los pros y los contras, las renuncias, como nosotras". Para Sureda, "la existencia del techo de cristal al final depende de la persona y evidentemente cuesta porque hay que estar demostrando la valía, pero las cosas van cambiando". Ballester cree que "quizá existe una inercia de que el poder político esté más en manos de los hombres, pero cuantas mas mujeres haya en política más rápido se cambiará".

"Si no hay una obligación legal en algunas cuestiones, al final no se avanza", afirma Armengol quien pone como ejemplo las listas cremallera y sostiene que solo se podrá acabar con la brecha salarial si se legisla en este sentido. Quizá por esas listas cremallera, la fotografía actual de la política balear, a pesar de todo, es más igualitaria que la que ofrece el escenario estatal. Armengol es una de las cuatro presidentas de las 17 comunidades autónomas y los cuatro principales partidos estatales (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos) están liderados por hombres.

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