La opinión de De Vílchez sobre el estado actual de la libertad de expresión es interesante no solo por ser un experto en leyes, sino también por su historia familiar ya que fue detenido antes de nacer por la valentía de su madre para expresarse libremente: en 1976 Catalina Moragues acabó en el cuartelillo por participar en un mitin del partido comunista cuando estaba embarazada de él. La soltaron en seguida por la presión hecha desde el colegio de abogados. Su padre, Pep Vílchez, fue dirigente del Partido Comunista.

¿Le preocupa el estado del derecho a la libertad de expresión hoy en España?

Me preocupa la degradación constante del Estado de Derecho. Algunos se llenan la boca con el principio de legalidad, pero ahora se está viendo un uso arbitrario de la ley. Gente que se hace llamar constitucionalista interpreta los preceptos constitucionales de forma no razonable y se olvida de que en la Constitución se recoge la protección a los derechos humanos, incluyendo el derecho a la libertad de expresión y de creación artística.

Ahora parece que el orden está por encima de la libertad y eso es muy grave. En diciembre un juez de un tribunal irlandés que manejaba un caso de cambio climático razonaba que el estado de dererecho sirve para proteger a los ciudadanos de su gobierno y no al revés, como parece que está sucediendo aquí debido a que solo llevamos 30 años de democracia.

¿Es buena la estrategia jurídica de Ana Gabriel y Carles Puigdemont de refugiarse en Suiza y Bélgica?

Hay países de nuestro entorno muchos más garantistas en la protección de derechos humanos que España ahora mismo, donde la separación de poderes está en duda. Bélgica tiene una tradición en defensa de derechos humanos, extradición y persecución de crímenes contra la humanidad. Y se manifesta en muchos ámbitos: los parlamentos regionales belgas son los que están manifestándose en contra de tratados como CETA o TTIP, que pueden tener consecuencias muy negativas para la población.

Tienen claro que las instituciones están para defender a la ciudadanía, al bien común y no los intereses de unos pocos. Suiza también tiene una tradición muy larga. Allí nació Rousseau, y allí hay muchas instituciones de organismos internacionales de protección de derechos humanos.

Miembro de Iniciativa-Verds, fue uno de los fundadores de Més y ahora forma parte del Consell Polític, ¿cómo ve la situación del partido ahora?

Con cierta preocupación.Se han conseguido muchas cosas, como la ley de residuos, en temas de memoria histórica, la ley de cambio climático... pero también es verdad que hay que pactar con otros partidos que representan otras sensibilidades y no llegamos a todo lo que queremos llegar.

Hay cuestiones de organización interna que no han funcionado como deberían, entre otros motivos porque hemos llegado a puestos de responsabildiad que exigen muchas horas que no se puedes dedicar a profundizar en el modelo participativo de partido. Puede haber diversidad de opiniones sobre por dónde debe ir la organización de Més ahora y lo indispensable es acordarse de que es un proyecto plural que no puede ser representado por solo una persona.