"En el restaurante siguen trabajando empleados afectados que aún tienen los síntomas de la enfermedad porque no se cura de un día para otro y puede durar meses". Así lo asegura un camarero que estuvo trabajando durante un mes en el establecimiento de Palma donde se detectó el brote de hepatitis A desde mediados de diciembre.

El afectado, que prefiere mantener el anonimato, se marchó del local a finales de noviembre y regresó a la península. Un mes después empezó a sentirse mal y padecía malestar en la tripa: "En diciembre ingresé en un hospital de la península y estuve cinco días hospitalizado. Todavía me encuentro en tratamiento y me repite todo lo que como", explica.

Además ha infectado a su pareja. Cuenta que en el restaurante eran cinco empleados y uno de ellos pudo infectar a los demás. "Esta dolencia puede manifestarse como una gripe normal o si estás bajo de defensas afecta a más órganos", sostiene el testimonio. Mantiene el contacto con sus antiguos compañeros del restaurante y, por eso, según su versión, sabe que en algunos de ellos persisten los síntomas de la infección.

Plataforma de afectados

Al enterarse de que el brote se originó en el restaurante en el que trabajó se dirigió a la conselleria de Salud, donde según él "no quisieron saber nada y me enviaron al departamento de epidemiología""no quisieron saber nada y me enviaron al departamento de epidemiología". Mientras intenta recuperarse reclama la creación de una plataforma de ayuda para afectados , "porque cada vez van saliendo más infectados". Este extrabajador se plantea presentar una denuncia por los daños ocasionados en su estado de salud.

Mientras tanto, ayer este diario también conoció el caso de la murciana R.G.A., una funcionaria que trabaja en los juzgados de Palma, también infectada por el brote de hepatitis A en Can Terra.

Esta empleada pública, que en estos momentos se encuentra de baja laboral en su ciudad natal a la espera de los resultados de la última analítica que le han hecho, reveló que ayer por la tarde se puso en contacto con la conselleria de Salud para comunicarles que ella también se había contagiado en el restaurante Can Terra.

"Cené allí el 17 de noviembre, recuerdo que era un viernes, junto a otra persona. Todo parecía ir bien hasta que la tarde del jueves 21 de diciembre, un mes después, empecé a encontrarme mal. Al día siguiente amanecí mejor y pude ir a trabajar pero cuando llegué a casa oriné un pipí tan oscuro, del color de la coca-cola, que me asusté", comienza R. su relato. A las cuatro de la tarde de ese viernes 22 de diciembre decidió acudir al PAC más cercano a su domicilio palmesano, el de Son Pisà.

"Me recetaron paracetamol"

"Te voy a hacer una prueba de infección de orina", me dijeron. Y me mandaron a casa. Esa tarde empeoré y el sábado ya estaba con diarreas, mareos y fiebre alta, por lo que el domingo 24 decidí volver al PAC, donde volví a encontrarme con una total indiferencia a los síntomas que les refería. Me volvieron a mandar casa con un montón de comprimidos de paracetamol, que es tóxico para el hígado, para que me los tomase en caso de que la fiebre subiera y recomendándome que siguiera una dieta blanda cuando no podía comer nada, todo lo vomitaba", lamenta la atención recibida.

El día 27 tenía un vuelo para pasar las vacaciones navideñas en Murcia y, a pesar de estar enferma, lo tomó. Como seguía encontrándose mal, al día siguiente decidió acudir a su médico de cabecera de toda la vida ya que, pese a que trabaja en Palma, todavía está empadronada en su localidad natal.

"A diferencia de lo que pasó en Son Pisà, nada más verme y escucharme, mi médico me dijo que tenía una hepatitis. Me hizo las analíticas pertinentes y los resultados me los dieron el 2 de enero: tenía hepatitis A. Al poco tiempo me llamaron desde un departamento de Sanidad de Murcia para preguntarme dónde había comido y al enterarme del brote y del restaurante culpable por vuestras informaciones, llamé a la conselleria de Salud balear para comunicarles que yo era la 34 persona infectada hasta el momento", continúa.