El bitcoin es una criptomoneda digital. Sus orígenes se remontan a 2009 y están envueltos de misterio, porque no se sabe exactamente quién fue su creador. El supuesto autor firmó con el seudónimo de Satoshi Nakamoto. Se trata de una unidad de pago que carece de referencia física. No depende de gobiernos ni de bancos centrales, un aspecto que ponen de relieve sus defensores, que inciden en la idea de que fomenta una economía entre iguales. Sin embargo, los detractores subrayan que, al ser una moneda alegal, puede favorecer operaciones opacas de cibercriminales. Otro aspecto negativo que se le achaca es la excesiva volatilidad de su cotización, motivo por el cual algunas personas recelan a la hora de adquirir bitcoins. Su valor fluctúa según el nivel de confianza de los usuarios, su utilidad y su popularidad. Por ejemplo, en 2010, un bitcoin valía menos de un céntimo de euro, ya que había poca confianza y conocimiento. Ahora, aunque acaba de sufrir un desplome, su valor alcanza los miles de euros, aunque la cotización varía a cada momento. Los bitcoins permiten abonar un bien o un servicio de cualquier negocio que lo admita. En Mallorca, hay diez establecimientos que dan esta opción (desde una floristería a un asador, pasando por una tienda de informática o una empresa que organiza excursiones marítimas). Los pagos y transferencias se suelen hacer, por norma general, mediante aplicaciones de móvil.