"Voy habitualmente a Can Terra. Mejor dicho, iba". Así comienza su relato M.A.R., una empleada de banca de 44 años que es una de las 33 afectadas por el brote de hepatitis A detectado desde mediados de diciembre en un restaurante de Palma.

"En un mes, desde el 20 de octubre hasta el 20 de noviembre, aproximadamente, fui hasta cinco veces a comer a ese restaurante. Incluso una vez acudí con una persona que ya había tenido la hepatitis A, por lo que inicialmente no podía determinar cuál había sido el foco de la infección. A mediados del mes de diciembre empecé a encontrarme mal, tras regresar de un viaje del puente de la Constitución", continúa.

"Desde el día 15 de ese mes estuve permanentemente con un malestar general pronunciado y orinando un pipí muy oscuro. Seguí yendo a trabajar hasta el día 21, cuando mi cuerpo estalló: Vomitaba todo lo que ingería, no podía comer, era como una gripe muy exagerada. Por eso decidí ir a urgencias de la Palmaplanas. Me hicieron una analítica y tenía las transaminasas a 2.000 cuando lo normal suele ser 30. Tenía el hígado muy inflamado y me ingresaron. Estuve hospitalizada hasta el día 24 por la tarde, cuando me dieron el alta para que pasara la Nochebuena y la Navidad en mi casa. Y las pasé en mi domicilio. Pero en la cama", recuerda.

M.A.R. todavía está de baja, sin fuerzas y con un cansancio muy fuerte, sometiéndose semanalmente a analíticas que, poco a poco, van constatando una lenta mejoría hepática. "Llevo más de un mes guardando reposo, sin tomar nada de medicación e ingiriendo alimentos sanos para que el hígado no trabaje en demasía", relata su situación actual.

Esta afectada no oculta su malestar con la actuación de Salud Pública y Epidemiología y se pregunta por qué, si a mediados de diciembre ya sabían de la existencia de este brote epidémico, no informaran de él y se haya esperado a que prácticamente todos los afectados superasen la enfermedad para hacerlo. Y por el hecho de que se mantuviera abierto el restaurante hasta el pasado 11 de enero. También critica por último las dificultades que tuvo que afrontar para conseguir una vacuna para su pareja, para evitar infectarle toda vez que para ella, una vez contraída la enfermedad, ya no le sirve de nada ser preservada contra el virus.

Preguntada por último si se ha planteado emprender acciones legales contra el restaurante o la Administración, admite que en algún momento se lo ha planteado pero que ahora, siendo sincera, no cree que siga este camino.