Antoni Cano, el que fuera sacerdote de la iglesia de Selva, ha negado esta mañana ante el tribunal de la Audiencia de Palma que hubiera abusado de una niña de doce años de edad en su domicilio de Calonge. Atribuye todo a una venganza del padre de la menor, que según él, le había pedido 60.000 euros.

Cano se convierte en el segundo sacerdote de Mallorca que se enfrenta a un tribunal acusado de abuso de menores. La fiscalia reclama una condena de tres años de cárcel.

El sacerdote jubilado, a quien el obispo ha prohibido celebrar misa, fue denunciado por unos hechos ocurridos en febrero del años 2015. Según ha denunciado la menor, de doce años de edad, debido a que tenía miedo, Antoni Cano la convenció para que se acostara en su cama. Afirma que el cura empezó a realizarle tocamientos por su cuerpo. La niña, al sentirse incómoda, le propinó un golpe para que parara.

El religioso explicó que fue el padre de la menor fue quien le llevó a la menor a su casa. Hacía poco que su madre se había suicidado y le pidió que hablara con ella. El padre, además, estaba esperando otro hijo y quería que el acusado hablara con la niña del nuevo hermano. Ha contado que debido a una enfermedad suele acostarse pronto y ha negado con contundencia que la niña durmiera con él en su cama, sino que lo hizo en otro cuarto.

El sacerdote atribuye la denuncia a la influencia que tuvo el padre sobre la niña y asegura que el progenitor le exigió que le pagara 60.000 euros. Se da la circunstancia que el padre, que fue monaguillo en una de las parroquias que dirigió el acusado, también le denunció por abusos, tanto ante la Guardia Civil, como después ante la propia iglesia. La primera denuncia se archivo por haber prescrito, mientras que la segunda aún está en fase de trámite.

El padre negó las acusaciones del sacerdote y explicó que la niña, varias semanas después de los hechos, le pidió que no volviera a llevarle nunca más al domicilio de Cano. Al preguntarle el motivo, la niña le contó lo ocurrido. Acto seguido la llevó a la Guardia Civil para presentar una denuncia y decidió también denunciar los abusos que había sufrido en su época de monaguillo. "Habían pasado 30 años y prefería no recordarlo", explicó el padre para explicar la razón por la que no había denunciado antes. El padre detalló al tribunal que su hija lleva mucho tiempo en tratamiento psicológico como consecuencia de esta experiencia y todavía sufre graves secuelas.

El tribunal ha decidido escuchar la declaración de la víctima a puerta cerrada.