Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista

"La oposición en Balears al impuesto turístico no se ha dado en otros países"

Fernández analiza en su libro la trayectoria de este gravamen en Balears - "la mal llamada ecotasa"- e incluye ejemplos de su aplicación en todo el mundo

Carmen Fernández, con su libro ´El impuesto balear sobre estancias turísticas´. manu mielniezuk

¿Tiene una estimación de en cuántos países se cobra un impuesto turístico como el de Balears?

Hay muchos ejemplos. Hay sitios que son ciudades, que lo cobran a nivel municipal. Ciudades europeas, muchísimas. Ámsterdam, en Francia casi todos los municipios, entre ellos París. Florencia, Milán, Roma, Venecia... Las grandes ciudades turísticas lo tienen. Berlín, Maastricht... En otros sitios a nivel estatal. Y muchas islas, las Maldivas, República Dominicana... También Punta Cana, Nueva York. Maldivas cobra un 3,5% sobre los gastos de hotel, alquiler de veleros y escuelas de buceos. No sólo cobra el hotel.

Hay algún analista que asegura que se vive una 'fiebre' de impuestos turísticos.

Yo no lo llamaría 'fiebre', aunque hay muchos ejemplos. En República Checa, en Hungría, Lituania, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia, Bulgaria, Croacia, Ecuador, Costa Rica... Muchos, aparte de tener un impuesto turístico, tienen una tasa de entrada y salida.

Hábleme de la tipología de estos gravámenes sobre la llegada de visitantes.

Hay dos grandes grupos. Un modelo es un impuesto sobre las pernoctaciones, que es el vigente en Balears, por dormir en un hotel o en un crucero. El otro, cobrar una cantidad por la entrada o la salida del país. Punta Cana o Cuba creo que lo tienen. Esto aquí sería imposible porque, para cobrar la entrada, habría problemas con el concepto de libre circulación de la Unión Europea. Y, segundo, aunque fuese posible, ¿la entrada qué es?, ¿por puerto o por aeropuerto? Y esto depende del Estado. Eso no lo podría decidir entonces la comunidad autónoma. Por eso, tiene más sentido el impuesto sobre las pernoctaciones, sobre las estancias en un establecimiento hotelero. Este es el modelo mayoritario en Europa.

¿A qué fines se suele dedicar lo recaudado por este impuesto en los otros destinos internacionales?

Depende. Si es estrictamente municipal, es más difícil que el ayuntamiento tenga muchas competencias en materia medioambiental. En estos casos, se destina a embellecimiento de la ciudad y, sobre todo, a tener más medios para combatir los efectos del turismo. Si tú tienes un sitio turístico al que van cuatro personas, no les vas a poner un impuesto. Se pone en sitios donde hay mucho turismo, porque los turistas, obviamente, te van a producir más gasto público. Porque producirán más basura, o consumirán más agua... En fin, las infraestructuras se resienten. En Balears, por ejemplo, tenemos que aumentar las camas hospitalarias o hacer más carreteras, porque tenemos muchos turistas. Por eso digo que la finalidad depende mucho si estás hablando de un impuesto municipal o uno autonómico. En nuestro caso, intento explicar en el libro que no es una tasa sino un impuesto. Además, no es ecológico, o sea que nada de llamarlo ecotasa.

¿Y eso?

Una cosa es que el dinero que se recaude con este impuesto va a ir destinado a unos gastos determinados según lo que marca la ley. Como infraestructuras hidráulicas, compra de fincas para mejorar el medio ambiente... No puedes coger el dinero del impuesto y dedicarlo a educación o a sanidad, porque ésa no es su finalidad. El hecho de que esas finalidades puedan ser ecológicas no quiere decir que el impuesto sea ecológico. Ya sé que esto puede parecer un poco técnico, pero es así. Un impuesto es ecológico, verde, cuando ‘quien contamina paga’. Por ejemplo, los impuestos que quieren que tú no uses el coche, contra la emisión de gases contaminantes. Con un impuesto verde, el Estado busca que tú no contamines. Evidentemente, en Balears no se quiere que no venga el turista. Se quiere que venga, pero que contribuya con una pequeña cantidad de dinero para financiar mejor determinados gastos.

¿En otros países el impuesto turístico también es como el Guadiana, que aparece y desaparece en función del color político del gobierno de turno?

No, no. En Francia, por ejemplo, lo tienen desde principios del siglo veinte. Se llama la taxe de sejour. Es un impuesto municipal. Cada ayuntamiento puede decidir si lo establece o no. Y, claro, nunca se ha planteado una discusión sobre esto. Hay muchas ciudades españolas interesadas. Cuento en el libro que tanto San Sebastián como Sevilla quieren tener un impuesto turístico. Pero, como son entes locales, ellos solos no lo pueden establecer porque no tienen capacidad normativa. Se lo tienen que pedir a la Comunidad si quieren que sea un tributo autonómico. La reflexión que yo hago es que, en los sitios que no son archipiélagos, yo veo más complicado lo de implantar este impuesto. Si tú vas de vacaciones a Bilbao y sabes que te van a cobrar el impuesto turístico, a lo mejor te quedas en Cantabria, que no lo tiene.

En cualquier caso, los destinos internacionales con impuesto turístico lo tienen asumido. ¿Balears también?

Yo creo que aquí, en Balears, ya está asumido.

En sus dos etapas, la del primer pacto de progreso con Antich y ahora con la presidenta Armengol, ha sido un gravamen muy criticado por el sector turístico y el PP. ¿En eso Balears es singular o en el resto de países ha pasado lo mismo?

Somos singulares en esto. Es verdad que Balears fue la primera Comunidad que lo hizo en España. Después se añadió Cataluña. A mí me parece que la oposición que hubo en 2001 (primer Pacto de Progreso) no es comparable a la de ahora. Quizá también, porque yo creo que la sociedad ahora es más consciente de la necesidad de este impuesto, de sus posibles bondades. Quizá también, porque la gente en Balears sale mucho de viaje al extranjero y está ya muy acostumbrada a pagar un impuesto turístico prácticamente vaya donde vaya. Si tú te vas de vacaciones al extranjero, lo más probable es que te hagan pagar un impuesto.

¿Por qué cree que no arraigó en Balears el impuesto turístico en esa primera etapa?, ¿llegó demasiado pronto?

No, fue por razones puramente políticas. El PP hizo la promesa electoral de que derogaría la ley del impuesto.

¿Puede pasar lo mismo si en 2019 hay un cambio de gobierno?

Espero que no, y a mí me da la sensación de que la oposición no ha sido tan fuerte como la otra vez.

El PP presentó una enmienda a la totalidad al impuesto sobre estancias turísticas.

Entonces hay que explicar que, si tú lo derogas, de dónde vas a sacar ese dinero. Porque la política de los partidos más conservadores se basa en bajar impuestos, pero los gastos que ibas a sufragar con eso ¿cómo lo haces entonces? Si todo el mundo considera que tenemos que tener más depuradoras o determinadas infraestructuras que necesitan las islas, eso hay que pagarlo.

¿Cree usted que el fenómeno de la masificación también ha contribuido a que este impuesto sea mejor aceptado ahora por los isleños?

Es posible, pero ése no es mi campo. No soy ni socióloga ni psicóloga. Yo creo que la gente lo que tiene claro es que quien quiera venir aquí de vacaciones, si no puede pagar dos o tres euros por una noche, a lo mejor no nos interesa mucho, ¿no? Hablamos siempre de que queremos un turismo de calidad.

¿Qué diferencias hay entre el gravamen de 2001 y el actual?

Muy pocas diferencias. Se ha añadido lo de los cruceros, porque en 2001 no había empezado el boom en la llegada de los cruceros. El impuesto, si no idéntico, sí que es muy similar.

Fráncfort acaba de aprobar una tasa a los clientes de hoteles y de apartamentos contratados por AirBnb. La ciudad inglesa de Bath también se lo plantea. Sería el primer destino británico en tenerla. Y, mientras, los touroperadores de esos dos países se han posicionado de forma muy crítica con el impuesto de Balears. ¿Contradictorio?

Totalmente. Volvemos a lo mismo, que me diga cualquier persona que haya viajado mucho que no ha pagado un impuesto. Se está generalizando. Está muy bien que vengan los turistas. Todo el mundo quiere ser un destino turístico, pero, al mismo tiempo, eso te va a crear una serie de problemas y necesitas dinero para solventarlos.

A finales del año pasado, durante la World Travel Market de Londres, los hoteleros lanzaron el aviso de que Balears podría perder un millón de turistas esta temporada por la subida del impuesto turístico, unida a la recuperación de mercados competidores.

Yo no sé qué datos tienen. Lo único que sé es que aquí en la Universidad se ha hecho un estudio por profesores de Economía, que cito en el libro: Andreu Sansó, el decano de la Facultad de Economía, y Jaume Rosselló. Hicieron un trabajo sobre los efectos de este impuesto, estadísticamente. En el peor de los escenarios posibles, decían que como mucho se podría producir una bajada de un uno por ciento en la llegada de turistas. En ningún caso, una bajada de un uno por ciento puede traducirse en la pérdida de un millón de visitantes. Sinceramente, creo que esos análisis son bastante pesimistas. Este año todo el mundo está de acuerdo con que Balears ha batido el récord de turistas y ya estaba en vigor el impuesto.

Por el trabajo que ha realizado analizando otros casos internacionales, ¿por lo general los turistas son receptivos al pago de este impuesto?

Muy receptivos. Me parece que en la de 2001 se dio una situación curiosa. Quienes más protestaban eran los turistas españoles. En cambio, los extranjeros lo tenían más asumido, quizá porque ya estaban más acostumbrados. Los turistas lo que quieren es ver en qué se ha invertido el dinero que se recaudó con el impuesto. Ver que esa depuradora o esta finca pública se compró con el impuesto turístico.

¿Cuál es el impuesto turístico más gravoso de la escena internacional?

En París, por ejemplo, son ocho euros, por persona y noche de hotel. Cuando el destino es lo suficientemente atractivo, no vas a tener en cuenta si tiene un impuesto turístico o no. Tendrás en cuenta otras cosas. Si te atienden bien, si el hotel estaba en condiciones, la gastronomía, el arte... Pero no el hecho de pagar un impuesto turístico. Y luego está que la cuantía varía en función de la categoría del establecimiento. No paga lo mismo el que se aloja en un cámping que el que se aloja en un hotel de cinco estrellas. Aquí se pagan 4 euros por noche en un hotel de cinco estrellas en temporada alta. ¿El que puede pagar 300 euros la noche no puede pagar cuatro euros?

Dedica un apartado de su libro al impuesto turístico implantado en Cataluña. ¿Qué lecciones puede aprender, o no, Baleares del caso catalán?

Cataluña tiene una especificidad. Pese a que se aplica en todo el territorio, Barcelona tiene un peso tan importante que recibe vía gastos el 50% de la recaudación del impuesto. No se reparte todo igual. Aquí hay varios polos turísticos y no es comparable a Barcelona.

Compartir el artículo

stats