Mallorca será dentro de veinte años más silenciosa y sostenible. También hará más calor, habrá más gente y puede que haya desaparecido alguna playa por la subida del nivel del mar. El turismo de borrachera será un recuerdo y en el mercado laboral triunfarán los profesionales relacionados con el medio ambiente y las tecnologías. A las puertas de 2018, este periódico ha propuesto a expertos de diferentes ámbitos un viaje al futuro para que esbocen la Mallorca de 2038. Este es el resultado.

Cien mil habitantes más con protagonismo de la Part Forana

La isla seguirá ganando población en las próximas dos décadas hasta alcanzar los 900.000 habitantes, cien mil más que ahora. Así lo cree Pere Salvà, catedrático de Geografía Humana de la UIB. "Aproximadamente la mitad de esta nueva población serán nacidos aquí, y la otra mitad será aportación de fuera", aclara este experto. Con un peso importante de la Part Forana.

"La tendencia ahora es establecerse en los pueblos, y eso se va a acentuar en los próximos años. La Part Forana está creciendo, no por la natalidad sino por la inmigración. A día de hoy ya hay más población en los pueblos que en Palma", explica Salvà.

Un 20% será población extranjera, un 25% personas llegadas de otras comunidades autónomas y el resto serán nacidos en la isla. Aunque muchos de ellos serán descendientes de inmigrantes. "Será la tercera generación de marroquíes. Y la segunda generación de europeos", apunta Salvà.

La esperanza de vida también habrá aumentado en 2038. El catedrático de Geografía indica que en el caso de las mujeres, que ahora es de 85 años, puede elevarse a dos años más. El problema es que Mallorca, al igual que el resto del Estado, se enfrenta a un grave desequilibrio. "La población adulta madura representa ahora el 16% del total. En 2038, será un 20%. Es decir, uno de cada cinco personas serán de la tercera edad, lo que pone en peligro el sistema de pensiones", advierte Salvà.

"Si no se revitaliza la natalidad o no hay una aportación externa importante, en el horizonte de 2050 nos tendremos que plantear muchas cosas respecto a la jubilación. Habrá demasiada población madura", añade el experto.

Mandará el sol y playa, pero el turismo de borrachera se esfumará

Mallorca seguirá siendo un referente turístico del Mediterráneo, pero los dos principales focos de turismo de borrachera -Punta Ballena y el Balneario 6- habrán desaparecido o serán residuales. "Habrá un reposicionamieto natural hacia un turismo con una mayor capacidad adquisitiva. Aquí el territorio es limitado, y todo lo escaso es caro. Si le añades que los costes operativos subirán, quedará muy poco margen para ese turismo. Todo apunta a que no sobrevivirá", argumenta Antoni Munar, experto en turismo y asesor de empresas.

La deseada desestacionalización tampoco se habrá logrado dentro de dos décadas. "El sol y playa seguirá mandando, y como ahora habrá dos temporadas. Aunque sí, la de invierno será más potente que ahora", indica Munar. "Viajar será más barato. Y los aviones más rápidos y eficientes. Estamos condenados a ser destino de gama alta", augura.

Los hoteles seguirán teniendo la hegemonía de las pernoctaciones, aunque el negocio del alquiler vacacional: "En veinte años el alquiler turístico pasará del 15% actual al 25%. Las plataformas serán más agresivas que ahora".

El profesor y consultor turístico Domènec Biosca tampoco pone en duda la hegemonía de Mallorca como destino turístico dentro de dos décadas. "Es un mercado mediático, prestigiado y muy bien posicionado. Además, la oferta hotelera está en un proceso de mejora aceleradísimo", señala.

Este experto considera que el sol y la playa seguirán siendo las principales bazas de la isla, y apuesta por la desaparición del turismo de borrachera. "Estoy convencido de que las medidas que ya se están tomando convencerán a los que los traen y a los que los alojan de que esta oferta es pan para hoy y hambre para mañana", sostiene.

Biosca ve imposible poner límites a la llegada de turistas en caso de que para 2038 la isla siga sufriendo saturación: "Habrá que potenciar la desestacionalización. Y apostar por el segmento del lujo accesible, que permite la mejora tanto de la calidad de la oferta como la selección de demanda".

Tres grados más en verano y una notable subida del nivel del mar

"Un verano normal en 2038 será más caluroso que el de 2017, que destacó por sus altas temperaturas". Agustí Jansà, exdirector territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Balears, augura subidas en los termómetros, particularmente durante el estío.

"Según nuestras proyecciones, en 2040 la temperatura será entre 1'8 y 2 grados más alta que en el periodo 1980-2010 que tomamos como referencia. Eso vale para el conjunto del año. En verano la temperatura se incrementará tres grados y en invierno subirá medio grado", sostiene Jansà.

"El contraste entre invierno y verano será cada vez más marcado, difuminando la primavera y el otoño. De todos modos a la hora de hacer proyecciones hay que tener en cuenta las emisiones a la atmósfera. Si hemos logrado reducirlas sustancialmente, las cifras pueden variar", subraya.

Durante las próximas dos décadas continuará subiendo el nivel del mar, efecto del calentamiento global. Jansà esgrime datos del Laboratorio Interdisciplinar contra el Cambio Climático de la UIB. "A día de hoy el mar sube 2'5 milímetros al año. Estimamos que en 2040 habrá subido entre 10 y 25 centímetros con respecto a los niveles registrados en el siglo XX. Eso puede afectar a algunas playas", subraya.

La temperatura del mar será en verano"un grado más alta" en las próximas dos décadas. "En un ecosistema tan delicado como el marino, eso puede tener implicaciones para la posidonia y la fauna", advierte Jansà.

Más difícil es determinar si lloverá más o menos. "Ahora no llueve menos que antes, en todo caso lo hace de manera más irregular. Hay mucha variabilidad en este sentido y no tenemos claro qué pasará dentro de veinte años", afirma el experto.

economía

Un mercado laboral 'recualificado' y un modelo robotizado

Los economistas están acostumbrados a escudriñar el futuro, aunque "siempre se equivocan", admite Carles Manera, presidente del Consejo Económico y Social de Balears. "Es muy arriesgado aventurar cómo será nuestra economía dentro de veinte años. Sí veo transformaciones en nuestro modelo asociadas al cambio climático. Y posiblemene una robotización que ya estamos viendo en Estados Unidos", indica.

"Algunas empresas turísticas americanas están sustituyendo a las 'kellys' [camareras de piso] por robots. Y ensayan con hologramas en las recepciones en lugar de personas. Puede que también lo veamos en nuestros hoteles", indica.

Manera cree que el mercado laboral exigirá profesionales relacionados con el medio ambiente y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Como Antoni Riera, que habla de un mercado laboral que dentro de veinte años habrá iniciado una transformación. "No será suficiente pensar en términos de volumen y tasas de actividad. La cualificación de la mano de obra (o mejor dicho, su recualificación) será clave. El dominio de las altas tecnologías será decisivo para encontrar empleo", advierte el director técnico de la Fundació Impulsa Balears.

También soplan vientos de cambio para la pequeña empresa, "decisiva" en el desarrollo de Balears. "Está sometida a una fuerte mutación como consecuencia de la creciente tercerización y el desarrollo de las TIC. También sufrirá la competencia de los nuevos países industrializados. La falta de capacidad de transformación supondría su declive", sugiere el economista.

Se impondrán los coches eléctricos y las renovables

Las próximas dos décadas serán clave en la pelea contra el calentamiento global. Balears, un ecosistema muy sensible a las variaciones del cambio climático, tiene marcada una hoja de ruta. "Ahora producimos un 2% de energías renovables. Cuando termine la legislatura la cifra habrá alcanzado el 10%. Y en 2038 deberíamos estar produciendo más del 50%", augura Joan Groizard, director general de Energía y Cambio Climático del Goverrn.

"Será normal ver edificios cubiertos por placas solares. Fuera de la ciudad imagino más cultivos de secano y menos de regadío. También menos campos de golf porque con la escasez de agua que habrá no tendrán sentido. Los parques fotovoltaicos formarán parte del paisaje, también algún molino eólico", indica Groizard.

Este experto dibuja una Mallorca "más limpia y silenciosa". Entre otras cosas porque "más de la mitad de los coches que circularán por la carretera serán eléctricos". Todo un avance si se tiene en cuenta que ahora su uso apenas supera el 1%.

¿Y es Murterar? "A lo mejor será un museo. Un recordatorio de cómo se producía antes energía", desliza Groizard.