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Caso Minerval

Escribá tendrá que explicar cómo se hacían las transacciones del Minerval

Teóricamente él compraba el producto, pero los enfermos y familiares lo pagaban con donaciones a su fundación Marathon

Pablo Escribá, derecha, con su letrado Santiago Fiol. M. Mielniezuk

Pablo Escribá, el catedrático de la UIB investigado por una presunta estafa en relación al medicamento en fase de ensayo Minervalque facilitó a varios pacientes de cáncer durante años tendrá que explicar cómo, y a qué precio, compraba ese producto que luego vendía a los enfermos o sus familiares, según fuentes próximas al caso. Las mismas fuentes no descartan que Escribá, al que la Audiencia ha exculpado de engañar a los pacientes ofreciéndoles un falso remedio contra el cáncer a precios elevados, sea citado otra vez a declarar por el juzgado de instrucción 9 de Palma.

El titular de ese juzgado, Enrique Morell, sobreseyó el pasado septiembre la causa contra Escribá y otros imputados, entre ellos el también catedrático Xavier Busquets, al entender que el único que había vendido el producto era Escribá y que éste no había engañado a los enfermos o sus familiares, personas que decidieron probar el tratamiento no autorizado como último recurso.

El pasado 28 de noviembre la sección segunda de la Audiencia reabrió parcialmente la causa y ordenó que se investigara si Escribá cobró a los pacientes más de lo que a él le costaba el Minerval. El caso se archivó para los otros denunciados. Según documentación que obra en el sumario, el Minerval, ácido hidroxioleico, se puede comprar por internet, pero es un producto muy caro: entre 73.000 y 14 millones de euros.

Flujo del dinero

De acuerdo con un documento también obrante en la causa, el doctor en Biología Pablo Escribá lo adquiría a entre 18.000 y 25.000 euros por kilogramo, "dependiendo del cambio del dólar con respecto al euro y de las comisiones aplicadas al producto por los diferentes distribuidores".

El ahora único investigado ha asegurado que él obtenía un precio más ventajoso sobre el Minerval al ser buen cliente y que ofrecía el medicamento experimental a los interesados a precio de coste.

Los adquirientes del producto no pagaron por él directamente a Escribá y sí hicieron donaciones de entre cientos y miles de euros a la Fundación Marathon, vinculada al investigador y empresario imputado.

Escribá deberá aclarar si fue él o la fundación quienes pagaron a los laboratorios fabricantes del producto, porque si lo hizo el primero perdió el dinero.

Según la Audiencia, la empresa Lipofharma, también relacionada con el catedrático, vendió parte del ácido hidroxioleico.

El precio del producto bajó cuando se empezó a sintetizar en España y no fue necesario comprarlo en el extranjero.

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