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Emergencia habitacional

"Me veía en la calle con mis hijos"

Ocho familias consiguen que un banco les conceda un alquiler social después de ´okupar´ más de dos años sus viviendas

Beneficiarios de los alquileres sociales posan ayer en una de las viviendas con Àngela Pons, de la PAH, y Margalida Cladera, de la Oficina Antidesahucios de Cort. guillem bosch

¿Cuántos pisos vacíos propiedad de bancos hay en Mallorca? Por ahora no hay una respuesta clara por la opacidad de las entidades financieras al respecto. La mayoría de esas viviendas son recuerdo del estallido de la burbuja inmobiliaria que las dejó en un limbo a la espera de comprador. Los bancos prefieren echar el candado antes que venderlas a precios asequibles o cederlas para alquileres sociales. Pero de vez en cuando se produce alguna excepción.

"Es una gran oportunidad, la vamos a aprovechar", subrayaron ayer Teresa Torres y Ramón Santiago después de firmar el alquiler social de una vivienda que llevaban 'okupando' desde hace más de dos años. Como ellos, otras siete familias legalizaron su situación en el mismo edificio del barrio de Es Rafal, construido en 2008 y al que el banco nunca ha podido dar una salida en un mercado sin demanda.

Todos se comprometieron a abonar mensualmente los 150 euros de alquiler social que la entidad financiera -piden no dar el nombre para evitar un efecto llamada- ha concedido gracias a la intermediación de la Oficina Antidesahucios del Ayuntamiento de Palma y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).

"Cuando llegamos aquí esto estaba lleno de drogadictos y ladrones. Habían robado todo lo que se podía robar y habían hecho un montón de destrozos. Nosotros lo arreglamos. Uno sabe de fontanería, otro de electricidad, otro de albañilería... Entre todos lo adecentamos y echamos a los drogadictos", explicó Santiago. "Al principio daba miedo ir sola por la escalera, encontrabas jeringuillas todos los días", terció Torres.

Las ocho familias que desde ayer disfrutan legalmente de sus viviendas creen que se lo han ganado tras "años de lucha", afirmó Santiago. Los beneficiarios, que disfrutarán de sus viviendas durante tres años prorrogables, consideran que el inmueble se ha mantenido en buen estado gracias a sus "reformas". También reivindican que desde que llegaron el edificio dejó de ser refugio de adictos a las drogas.

Arañar unos cuantos pisos vacíos a un banco es todo un logro. "Es un proceso muy largo y muy pocas veces son receptivos. Nosotros nos comprometemos a cubrir desperfectos y garantizamos seis meses de impagos de la vivienda. Intentamos darles garantías y convencerles de que las familias cumplirán, pero cuesta mucho", lamentó Margalida Cladera, coordinadora de la Oficina Antidesahucios de Palma.

"Por favor, sobre todo no falléis con el pago del alquiler", pidió Cladera. Torres quiso tranquilizarla. "Una familia dijo que no iba a pagar. Pero vinieron los viejos [en alusión a los patriarcas] y les convencieron", recordó la mujer, exultante porque se veía "en la calle" con sus dos hijos y su nieto.

"Nos ganamos la vida vendiendo en el mercadillo. En invierno ganas más que en verano, pero nos apañaremos para pagar", aseguró Santiago.

Àngela Pons, portavoz de la PAH en Mallorca, criticó el inmovilismo de las entidades: "La mayoría de veces los bancos prefieren tener un edificio entero vacío y a expensas de que entre cualquiera y lo destroce, que cederlo en alquiler social. Es muy triste, pero hasta ahora no ha habido ninguna normativa que les obligue a cederlos a quien no tiene un techo. A ver si esto se acaba con la nueva Ley que prepara el Govern".

La excepción

Las firmas estampadas ayer son una excepción en la Mallorca de la burbuja del alquiler. De momento, lamentó Pons, la mayoría de entidades financieras prefieren litigar para echar a 'okupas' y pagar costosas reformas que ceder sus viviendas.

El edificio de Es Rafal consta de once pisos, uno de ellos propiedad de la única persona que compró una vivienda allí en 2008. La tuvo que abandonar poco después, cuando el inmueble empezó a convertirse en centro de peregrinaje de adictos y saqueadores. El banco negocia su dación en pago, por lo que en el futuro podría volver a firmarse un nuevo alquiler social.

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