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Opinión

Salom, firmes y a la derecha de Bauzá

A falta de un líder en el PP balear -por incomparecencia de un Biel Company que aún no sabe qué quiere ser de mayor-, María Salom de España ha pasado de ser una discreta delegada del Gobierno a la virreina de Rajoy, con la sola misión de exacerbar en Mallorca el discurso que le dictan desde Madrid.

Con el proceso catalán convenientemente utilizado para tapar la corrupción política que atufa en la capital de España, Salom le ha cogido el gusto a radicalizarse. Ya utilizó su altavoz intitucional en las recientes fiestas de la Guardia Civil y de la Policía Nacional para atizar a los independentistas no españoles, mientras arengaba al nacionalismo rojigualdo.

Sentado en primera fila, ayer José Ramón Bauzá debió vibrar escuchando a su otrora subordinada. Durante los cuatro años que fue presidente del Govern, el ahora abominado en su partido -sus compañeros de siglas escapaban de él en los corrillos posteriores- no se atrevió a ordenar al público de la Almudaina que se levantara para escuchar el himno del Estado, ni siquiera a ponerlo como música de fondo. También respetó la fórmula habitual de organización del acto, en la que participaba el Govern y el Consell. Por contra, este año Salom avisó al Consolat de que "gracias, pero esta vez lo organizaremos todo nosotros". Con la delegada supervisándolo todo, el resultado fue una lectura de artículos constitucionales calculadamente belicista y de exaltación patria. Ninguna referencia a la convivencia, a los valores, a la educación, a la defensa de derechos y libertades... Hasta el periodista que pretendía recordar el alegato a favor de la libertad de prensa terminó leyendo el artículo 8, sobre las fuerzas armadas.

Se equivoca Salom creyendo que con este proceder carpetovetónico y de espaldas a la ciudadanía en general contribuye a generar estima a la Constitución del 78. También yerra pensando que taponará la fuga de votos del PP a Ciudadanos. Donde Bauzá se siente infinitamente más cómodo.

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