Francina Armengol pronunció once veces la palabra 'innovación' en su discurso inaugural del debate del estado de la comunidad el pasado 24 de octubre. Las mismas que la palabra 'sanidad', siete más que 'justicia' y tres veces más que 'Mallorca'. Las apelaciones a la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) son abundantes entre la clase política, hasta el punto de que el sector se plantea como alternativa al monocultivo del turismo en las islas. Sin embargo, los hechos desmienten las buenas intenciones: Balears se ha instalado en el furgón de cola en inversión en investigación desde hace años.

Los datos referentes a 2016 suponen un nuevo baño de realidad. El archipiélago fue la comunidad que menos invirtió en I+D: 94'5 millones de euros que representan un 0,33% del PIB. Muy por debajo de la media nacional, que se sitúa en el 1'22% de gasto.

Y eso pese a que la inversión creció un 6'1% con respecto a 2015, cuando el Govern dedicó a I+D algo más de 89 millones de euros. Una significativa inyección económica que sin embargo no ha servido para sacar a Balears del último puesto de la clasificación.

"La investigación atrae a personas a Balears desde hace tiempo. Yo mismo decidí en su día que este era un buen lugar para investigar. La pregunta es: ¿con qué medios se investiga? No proceden de aquí", explica Emilio Hernández-García, vicedirector del Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (IFISC).

Este centro de referencia a nivel internacional ubicado en el campus de la UIB acaba de cumplir diez años. Su director, Maxi San Miguel, explica que la mitad de sus ingresos llegan a través de la Comisión Europea. El Gobierno español aporta otra suma considerable, mientras que lo que llega del Govern balear es "calderilla".

El IFISC cuenta con 79 científicos de dieciocho nacionalidades diferentes. Incluidos un japonés y un surcoreano, lo que demuestra que Mallorca es una plaza atractiva para investigar si hay infraestructura y proyectos interesantes. Como la detección de las ondas gravitacionales, un hito científico que contó con la aportación del Grupo de Relatividad y Gravitación de la UIB y que esta tarde recogerá el Nobel de Física. Aunque la inversión pública sea todavía residual.

Pese a los números Josep Lluís Pons, director general de Innovación e Investigación, reivindica la labor del Govern. "Estamos en una etapa de crecimiento del PIB, por lo que el esfuerzo que hemos hecho por aumentar la inversión en I+D+i no ha servido para abandonar la última posición a nivel estatal", argumenta.

"El peso del gasto empresarial en investigación aumentó un 41% en 2016 con respecto al año anterior. Las empresas tienen que apostar más por el conocimiento, es clave. El turismo es nuestro motor económico, pero su incidencia no se traslada al I+D. Pedimos al sector privado que haga una apuesta decidida por el conocimiento", añade el director general.

En pocos días pasará a la historia el Plan de Ciencia, Tecnología e Inversión, una especie de hoja de ruta ideada por el PP para el periodo 2013-17 y que se ha saldado con un sonoro fracaso. Se planteaba la meta de alcanzar un 60% de inversión pública en I+D+i en 2017. Apenas se ha llegado a la mitad.

No hay sobre la mesa otro plan similar. Y el Institut de Recerca de les Illes Balears (IRIB), la gran apuesta del Govern para esta legislatura, no abrirá sus puertas hasta 2019.

Pese a todo, hay algún indicador que permite albergar un cierto optimismo. Las islas contaban en 2016 con 2.005 trabajadores a jornada completa, un 11'3% más que el año anterior. Y 1.580 investigadores, un 14% más. Uno de ellos es Adrián García. Estudió Física en la UIB y forma parte del 'Big Van' (gran caravana), un grupo de científicos dedicados a la divulgación de la ciencia a escala nacional. "Al empezar la carrera muchos se iban fuera y los que nos quedábamos aquí éramos considerados los pobres a los que no les quedaba más remedio quedarse aquí. Pero estoy convencido de que en Balears se hace muy buena ciencia. Tienes dos centros de referencia como el IFISC y el IMEDEA que atraen a mucha gente de fuera", explica.

"Lo difícil es dar el salto desde la Universidad, asentarse. Ahí es cuando ves la falta de interés por financiar proyectos científicos", afirma García.