La llegada de Sebastià Taltavull como obispo de Mallorca ha supuesto abrir una puerta que ha estado cerrada desde los años 90. La creación de una provincia eclesiástica propia y conseguir la independencia del arzobispado de Valencia, al cual pertenecen las tres diócesis de las islas y con el que Mallorca no comulga en exceso por su postura más conservadora en el seno de la Iglesia.

Especialmente con la figura del polémico cardenal Antonio Cañizares. Desde la Diócesis confirmaron que su objetivo es recuperar la iniciativa impulsada por monseñor el obispo Teodor Ubeda en 1984 y que consiguió llevar hasta las más altas instancias de Roma la creación de una provincia eclesial propia integrada por las diócesis de Mallorca, Menorca y Eivissa.

El vicario episcopal, Antoni Vera, confirmó ayer a este periódico que la consecución de una provincia eclesiástica propia para las tres diócesis de las islas es uno de los objetivos del mandato pastoral de Sebastià Taltavull. No obstante, Vera recordó que "no es un tema prioritario en estos momentos, primero hay cuestiones más urgentes en las que trabajar". El propio Vera habló del proyecto impulsado por el obispo Ubeda y que quedó paralizado con su muerte. Ni Murgui ni Salinas continuaron con la cruzada de independizarse de los valencianos.

Un dato curioso es que monseñor Taltavull, siendo vicario general del obispado de Menorca, ya pedía en 1995 separarse del arzobispado de Valencia. Lo que ocurre es que en aquellos momentos el actual prelado de Mallorca hablaba de unir fuerzas con la provincia eclesial de Barcelona en la cual "nos sentimos como en casa", aseguraba Taltavull.

Antoni Vera explicó que para impulsar una provincia eclesiástica es preciso realizar un arduo trabajo de justificación, como es el caso de estudios geográficos, la oportunidad actual y las motivaciones de índole pastoral y religiosa. Sin embargo, mucho de este trabajo ya está hecho y entregado a la Santa Sede en el año 1997 por Teodor Ubeda. El entonces obispo de Mallorca lo llevó personalmente al papa Juan Pablo II y, tras su encuentro, se mostraba muy esperanzado de conseguir la independencia de Valencia.

La muerte de Ubeda en 2003 paralizó todo este proceso y Valencia se encargó de mandar a dos obispos valencianos de su cuerda a Mallorca: Primero Jesús Murgui y después Javier Salinas. Ambos salieron por la puerta de atrás del palacio episcopal. Murgui por la imposibilidad de conectar con el clero mallorquín y Salinas por su supuesta relación con la secretaria Sonia Valenzuela.

Argumentos de la segregación

Uno de los documentos redactados por Teodor Ubeda, y que fueron entregados ante la Santa Sede, relata con todo lujo de detalles que "las diócesis de Mallorca, Menorca y Eivissa forman una realidad pastoral similar y, por consiguiente, se requiere un tratamiento pastoral lo más coordinado posible".

El documento abunda en que la realidad de Balears es totalmente distinta a la realidad de las diócesis que forman parte de la provincia eclesiástica de Valencia", a la cual pertenecen los tres obispados isleños. El mismo documento también habla de que se creará un arzobispado que tendrá la sede en Mallorca.

En 1995, el joven vicario episcopal de Menorca Sebastià Taltavull, se refería en los mismos términos que Ubeda había utilizado ante el Vaticano para reclamar la independencia de las diócesis isleñas: "Existen motivos suficientes para entender que Balears es una unidad pastoral" y manifestaba su esperanza de que "muy pronto pueda resolverse la creación de la provincial eclesial, al no existir ninguna relación con las diócesis de la provincia de Valencia".

Omella-Cañizares

El pulso que se vive en el seno de la Conferencia Episcopal Española entre los cardenales Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, y Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia, es intenso. Las diócesis de Balears se sienten mucho más cercanas a los catalanes. Representan una visión más progresista de la Iglesia, todo lo contrario que Cañizares.

A todo ello hay que añadir que Taltavull ha sido obispo auxiliar de Barcelona, trabajando codo con codo con el cardenal Omella y con Lluís Martínez Sistach, cardenal emérito de Barcelona. La llegada de Sebastià Taltavull al obispado de Mallorca supone una victoria de los catalanes sobre los valencianos, con el apoyo de la Santa Sede, sobre los valencianos. Una figura clave para el éxito de la iniciativa será la del arzobispo mallorquín Luís Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y tercera autoridad vaticana.