Un piso de alquiler en la ciudad de París y una paga de cinco mil euros al mes. Esta oferta la desveló hace unos meses la testigo protegida número 31 en una declaración, que quedó recogida por escrito, que realizó ante el juez Penalva. Una declaración en la que aportaba otros datos, desconocidos hasta entonces, que motivaron el inicio de una nueva investigación, que está declarada secreta. La mujer fue muy clara cuando aseguró que había recibido una oferta económica para desdecirse de sus acusaciones y señaló que este ofrecimiento lo había recibido directamente de una persona muy próxima a Cursach.

En las últimas semanas la Policía había detectado en la mujer un comportamiento muy extraño. Llamaba insistentemente a los funcionarios para que se reunieran con ella, con cualquier excusa. Los policías acudieron a las primeras llamadas, hasta que se dieron cuenta de que la mujer les planteaba muchas preguntas sobre la investigación, como si tuviera un especial interés en conocer los datos sobre el caso que se habían averiguado o los nuevos testigos que habían ido a declarar. Por ello, los funcionarios, y así se lo hicieron llegar al juez, estaban convencidos, aunque no lo podían probar, que había aceptado la oferta. Además, hace poco denunció en el juzgado unos hechos extraños, que después se comprobó que no eran ciertos. Dijo que dos policías la habían visitado en su casa y se habían llevado sus documentación. Nada de ello era verdad, como se constató.

Bajo juramento

Fuentes próximas al caso señalaron ayer que la mujer siempre realizó las declaraciones bajo el juramento de que contaba la verdad. Además, recordaron, no solo Penalva, Subirán o el Grupo de Blanqueo han dado credibilidad a sus palabras.

Otra jueza de lo Penal, ajena a esta investigación, dio una total credibilidad a su versión, manifestada también como testigo y bajo juramento, cuando mantuvo en un juicio que había sido amenazada por el sobrino de Cursach. En esta declaración, precisamente, se fundamentaba la sentencia condenatoria contra el familiar del empresario. La jueza, en ningún momento, se planteó que al asegurar que la habían amenazado estuviera mintiendo.