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Opinión

Cursach aceleraba el pulso de Pilar Carbonell

Cursach aceleraba el pulso de Pilar Carbonell

Las injerencias del Gobierno en las investigaciones policiales obligan a poner en cuarentena los informes que parecen comentarios editoriales. Si se despoja la prosa del Grupo de Blanqueo de estas adherencias de tertuliano en campaña, resplandecen los argumentos categóricos contra Pilar Carbonell.

En primer lugar, una conversación sonrojante con Tolo Sbert, con una dramaturgia que produce repugnancia con solo referirse a ella. En segundo lugar, la contribución de un cargo del Govern a que un empresario hoy encarcelado sortee la legislación que va a implantar el propio ejecutivo. En tercer lugar, la diferencia de trato burocrático con los ciudadanos de a pie. Cursach aceleraba el pulso de Carbonell. Como investigada, corresponde a la policía demostrar sus acusaciones. Como política, se ha quedado sin suelo.

En un cuarto lugar ausente del informe, y dado que Carbonell se ha refugiado en una "simpatía" que nadie puede negarle, por qué no presumió públicamente. Debió enarbolar su acelerada gestión con Sbert como ejemplo de gestión. Cada vez que desde estas páginas se acusaba a Turismo de languidez o dejadez, la directora general podía replicar con su fulgurante tramitación del Megapark.

Carbonell ha manifestado a sus próximos que deberá responder como imputada. Cursach se mantiene al margen de las gestiones directas, una obsesión por trabajar entre bastidores que ha de preocupar fundamentalmente a Sbert, aunque era excitante humillar a la máxima autoridad turística del Govern y la única persona que en diciembre ignoraba el desplome del emperador nocturno.

Este escándalo rubrica la maldición que pesa sobre la conselleria de Turismo. Obliga a plantear si un vicepresidente con más carácter hubiera extirpado tanto compañerismo. En cuanto a Carbonell, cabe celebrar su "tranquilidad", una virtud en el turismo y en la vida. Ahora bien, ¿puede garantizar que Francina Armengol y Biel Barceló comparten su paz interior?

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