Volar en estos tiempos, y más si lo haces en una compañía low cost, es como jugar a la ruleta rusa. Si no, que se lo pregunten a Jaime Darder, para quien después de lo vivido este fin de semana la compañía Norwegian ya no existe. "No volveré a viajar con ellos. Por mí que se hunda", sentencia.

Jaime y su esposa habían comprado un pasaje con esta compañía para volar el pasado sábado a Madrid. Ilusionados, viajaban a la capital para conocer a su primera nieta.

"A las seis y media de la tarde embarcamos ya que el vuelo despegaba a las siete menos cuarto. Estábamos todo el pasaje acomodado pero no despegábamos. Fue pasando el tiempo y no salíamos. A las dos horas nos dijeron que debido al mal tiempo se estaba demorando la salida. No se veía bien desde dentro del avión pero parecía que sí, que había muchos rayos, lluvia y granizo", comienza el relato de su pesadilla Jaime.

Desde Son Sant Joan, Aena rechazó ayer que a última hora de la tarde del sábado se produjeran retrasos en las salidas o cancelación alguna por el mal tiempo.

Trombosis en una pierna

"El tiempo seguía pasando y el pasaje, más de un centenar de personas con muchos niños, se estaba comportando modélicamente, sin ningún tipo de reacción airada. También la tripulación de cabina se portó muy educadamente. Llevábamos más de dos horas y media ahí dentro cuando me dirigí a una de las azafatas y le conté que padezco una trombosis en una pierna y que no puedo estar mucho tiempo sentado, que necesito pasear. Me contestó que lo hiciera por el pasillo del avión porque tenían prohibido abrir las puertas aparte de que no estaban colocadas las escaleras para poder bajar a pista", continúa.

Jaime tenía información privilegiada porque hablaba con su cuñada que, en el aeropuerto de Madrid, esperaba la llegada del vuelo de Norwegian para regresar con él a Palma.

"Me dijo que les estaban informando de que había un importante retraso y que les iban a dar de cenar. Yo le contesté que tenía mucha suerte porque a nosotros no nos habían dado nada. Les reclamamos la cena, pero nos dijeron que no tenían autorización para pasar el catering. Al final, ante nuestra insistencia, pasaron los carritos repartiendo agua y patatillas saladas, ¡lo más adecuado para una pasaje que ya llevaba horas encerrado en el avión!", lamenta este infortunado pasajero.

Después de más de 4 horas en una situación que parecía sacada de un guión de una película de Buñuel, el comandante se "dignó" a informar al pasaje de que habían agotado tanto el combustible de la aeronave -"el avión estuvo siempre con los motores al ralentí y el aire acondicionado puesto porque si no se hubiera desatado un motín allí dentro", aclara Jaime- como su jornada laboral y que estaban a la espera de que llegará tanto una tripulación de relevo como el carburante.

Estirar las piernas

"Nos aseguraron que todo eso se solventaría en media hora o tres cuartos y que, mientras tanto, podríamos desembarcar para poder estirar las piernas en la terminal. Una vez allí, empezaron a salir nuestras maletas por una de las cintas sin que nadie nos avisara con antelación. Y para colmo, una de las nuestras llegó rota", se indigna todavía Jaime.

Por fin apareció una responsable de la compañía que les informó que el vuelo se había cancelado pero que al día siguiente, por ayer, domingo, les recolocarían en otro. Al pasaje se le ofreció la posibilidad de pasar la noche en un hotel de Palma. Y les aseguraron, siempre según la versión del pasajero mallorquín, que les avisarían personalmente para comunicarles la nueva hora de salida.

Jaime y su mujer declinaron la oferta y se fueron a dormir a su domicilio, adónde llegaron pasadas las doce de la noche. La anunciada llamada no se produjo y, nerviosos, a las siete de la mañana ya se encontraban ante el mostrador de la compañía noruega en Son Sant Joan.

"Nos dijeron que no nos podían recolocar en un vuelo de hoy (por ayer, domingo) porque estaban todos completos y que solo podían ofrecernos la devolución del pasaje o una plaza en otro de sus vuelos el lunes", concluye indignado su relato Jaime antes de advertir que ya prepara una batería de reclamaciones ante la propia compañía y Consumo por el vuelo cancelado, el retraso sufrido, el desperfecto ocasionado a su maleta y los gastos ocasionados al tener dejar en dos ocasiones su vehículo en Park&Fly. Ayer, él y su mujer volaron con otra compañía para poder reunirse por fin con su nieta en Madrid.

Este diario intentó infructuosamente recabar la versión de los hechos de la compañía noruega.