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Análisis

Análisis: Maltrato infantil

Análisis: Maltrato infantil

No sé qué es más tremendo, el que en diez meses haya habido en este archipiélago la denuncia de 1.610 casos de niños maltratados o que sólo se hayan confirmado 300 de ellos. Las secuelas que dejan la agresión, el abuso y la negligencia suelen ser más que evidente para cualquier profesional que se tope con un menor que llega a clase, y no digamos ya nada de si se trata de la consulta médica, con heridas, inanición o síntomas de agotamiento. No es extraño que los avisos enviados al Registro Unificado de Maltrato Infantil procedan sobre todo de los trabajadores de servicios sociales porque son ellos quienes canalizan las alarmas ante posibles malos tratos. Pero sobresalta saber que más de la tercera parte de las sospechas de maltrato no aparezcan hasta que los niños llegan al colegio en un estado tal que se duermen en clase. O que sólo uno de cada veinte ha sido advertido por personal sanitario.

El conjunto de esas cifras ponen encima de la mesa la dimensión del problema. Dicho de otra forma, diez niños con maltrato confirmado al mes son muchísimos. Pero hasta 130 más en ese mismo plazo que cuentan con síntomas de negligencia o abandono superan con mucho lo que cabría esperar en una sociedad avanzada del siglo XXI. Así que tal vez la verdadera noticia no esté en la puesta en marcha de los avisos on-line sino en que haya sido preciso instalar un mecanismo de alarma así. Eso quiere decir que el problema es mucho mayor que el de la punta del iceberg que asoma en los casos en que se confirma la agresión o el desamparo.

Podemos discutir hasta la saciedad si es mejor la monarquía o la república, el Estado federal o el autonómico, la gestión centralizada o transferida. Lo que no admite discusión alguna es que no hemos sabido construir una sociedad en la que sea imposible que se maltrate a un niño porque existen alarmas de sobrada eficacia que saltan a los primeros síntomas. No cabe poner en marcha remedio alguno para la enfermedad si no hay antes un diagnóstico certero. Por desgracia para todos nosotros, el reportaje de hoy de estas páginas confirma que aún lo estamos buscando.

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