Bartolomé Cursach ha alegado el deterioro físico y psíquico que sufre en estos momentos, como consecuencia de los casi ocho meses que lleva en prisión, para convencer al juez de que le deje en libertad. Es la segunda vez que el empresario, a través de un respetuoso escrito, propone al magistrado Manuel Penalva que dicte su libertad, asegurándole que no tiene ninguna intención de huir al extranjero, entre otras cosas porque no tiene ni contactos, ni capacidad económica para ello.

Los abogados han aducido en esta ocasión un argumento nuevo, que no habían citado en el primer escrito en el que solicitaban la libertad. Lo presentaron en un momento en el que el caso se encontraba bajo secreto de sumario y alegaban que, debido a esta circunstancia, su cliente se sentía indefenso, por cuanto no conocía el contenido de las declaraciones de los testigos ni las pruebas que le implicaban en este caso de corrupción. Pero ahora la situación es distinta: el secreto del sumario ya no existe y la defensa -al igual que Cursach- conoce todo el contenido de la investigación. Por ello, ahora apelan a razones humanitarias para convencer al juez Penalva de que en estos momentos no existen razones que justifiquen que Cursach siga preso y que esté privado de libertad en una cárcel lejos de su familia.

En concreto, el magnate del ocio nocturno se encuentra en la prisión de Alicante, ya que Instituciones Penitenciarias acordó su traslado desde el centro de Palma por razones de seguridad. El hecho de que esté tan lejos, según cita el escrito de la defensa, dificulta sobremanera que los familiares puedan visitarle. De hecho, el abogado señala que, debido a este deterioro, alguno de sus parientes teme incluso que no pueda volver a reunirse con sus allegados.

Una de las razones por las que el juez Penalva decidió el ingreso en prisión de Cursach era porque temía que pudiera utilizar su capacidad económica y sus contactos en el extranjero, para huir de España y, por tanto, eludir la acción de la justicia. Por ello, es lógico que la defensa utilice ahora gran parte del escrito para desmontar este argumento y demostrar que Cursach, si se declara su libertad, no tiene intención alguna de huir. Para ello esgrime el arraigo, al ser una persona con familia que reside en Mallorca, pero sobre todo, que no tiene capacidad económica para huir, entre otras cosas porque todas sus cuentas bancarias están intervenidas y carece de medios económicos para iniciar una aventura en el extranjero.

Por primera vez, la defensa reconoce abiertamente que Cursach sabía un año antes de su detención que, no solo lo estaban investigando, sino que conocía que sus conversaciones telefónicas estaban intervenidas. Este reconocimiento coincide con las sospechas de los investigadores y, sobre todo, porque en el último año el empresario apenas mantuvo conversaciones telefónicas.

La defensa también aceptaría que el juez impusiera una fianza económica para que el empresario pudiera salir de prisión, e incluso otras medidas que no sean económicas. Se mostraría dispuesto, si fuera necesario, a presentarse cada día en el juzgado, e incluso que se acordara un arresto domiciliario. También se mostraría dispuesto a llevar un aparato electrónico de localización, como llevan muchos presos que están en libertad, lo que permitiría a las investigadores conocer en todo momento el lugar donde puede encontrarse el empresario.

El juez, de momento, no se ha pronunciado sobre esta petición de libertad y no lo hará hasta que no conozca la opinión de la fiscalía, si bien todo apunta a que se va a oponer a esta propuesta. Los fiscales sitúan al empresario al frente de la trama corrupta y entienden que los delitos que supuestamente ha cometido son muy graves y, además, están castigados con duras penas de prisión.

Por otra parte, en medios jurídicos ha sorprendido la decisión de Sbert de no pagar la fianza económica y su decisión de continuar en la cárcel.