Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Laboral

La vida según un autónomo

Se debaten entre la pasión por sacar adelante sus proyectos y la angustia por abonar las facturas - Renuncian a vacaciones y bajas médicas pagadas a cambio de ser los dueños de sus carreras profesionales

Joan Gibert, audiovisual

No tienen vacaciones, no enferman y no cuentan con ingresos fijos. Los bancos les ponen bajo sospecha cuando van a pedir un crédito. Y consumen las 24 horas del día con la incertidumbre de no saber si podrán equilibrar su balanza de gastos -muchos y variados- e ingresos.

La nueva Ley de Autónomos aprobada en el Senado por unanimidad el pasado día 11 facilitará la vida de estos trabajadores con medidas significativas. La ampliación de la tarifa plana de cincuenta euros de seis a doce meses, menos recargos por retrasos en el pago de sus cotizaciones o bonificaciones para los que establezcan su centro de trabajo en el hogar, entre otras mejoras, deberían despejar el panorama de un colectivo que se siente el eslabón más débil de la cadena productiva.

"Siempre me ha bastado con lo mínimo para estar bien. Si un día una empresa me presentara una oferta que no pudiera rechazar, me lo pensaría. Pero no creo que se dé el caso, y además quiero luchar. La parte romántica de todo esto es que gobernamos nuestro camino profesional. Somos los dueños de nuestro trabajo y eso no es así si estás contratado", explica Joan Gibert, CEO de la productora RLM Audiovisual.

Los seis autónomos consultados para este reportaje, representantes de diferentes sectores profesionales, expresan una relación de amor-odio hacia su estatus. Sin embargo, ninguno de ellos se plantea abandonar el barco. "Yo no cambio esta vida por nada. Me he acostumbrado a andar por la cuerda como una funambulista y me parece maravilloso", cuenta Lina Nadal, cofundadora de la agencia de comunicación y publicidad Picniccrea.com.

Nadal tiene muy presente en su discurso la parte romántica de ser autónoma, pero reconoce que "es un desastre" a nivel fiscal. "Pagas cuotas altísimas. En marzo nació mi hijo y me cogí una baja de maternidad durante la que tuve que seguir pagando una cuota de 275 euros al mes. Y eso durante un tiempo en el que no produces y estás cobrando una pensión de 600 euros. Es demencial pretenden que vivas con eso", relata.

La morosidad y los retrasos en los pagos son frecuentes y angustiosos. Porque ellos tienen sí tienen que rendir cuentas puntualmente con Hacienda y la Seguridad Social. "Es muy frecuente tener que ir adelantar el IVA de una factura que has generado pese a que no has cobrado por ese trabajo", lamenta Alberto Moreno, propietario de la empresa de servicios Servilis.

Moreno pone el acento en las dificultades que encuentra para contratar personal. "Conozco autónomos que solo cogen el trabajo suficiente para no tener que contratar. Resulta muy costoso y nuestro trabajo es muy variable. ¿Qué haces en épocas en las que no hay? Tienes que despedir con un coste muy alto para ti. A veces quieres retener talento, pero no puedes", critica.

Nadal y su socia descartan tener a personal contratado por el mismo motivo -"te tranquiliza saber que nadie depende de ti y eso va muy bien para dormir por las noches"- y habla de la figura del autónomo dependiente. "El ´freelance´ te cobra más porque le contratas para un proyecto en particular. Así que nos planteamos contratar a un ´trade´, un autónomo dependiente que te da cierta continuidad y garantías. Incluso tiene sus días de vacaciones pagadas", relata la cofundadora de Picniccrea.com.

El abanico de tipologías de autónomo es muy amplio, pero todos coinciden en señalar que los inicios son muy complicados. "Cuando empiezas da mucho vértigo. La gente no se da cuenta de que para ganar mil, tienes que facturar al menos dos mil. Se te va mucho dinero en suministros. Es una bola enorme de gastos fijos", explica Gustavo Catalán, propietario de Catalán Servicios Inmobiliarios. Y lanza un consejo para los que decidan lanzarse a la aventura. "No te tienes que tirar a la piscina sin agua. Yo empecé porque tenía un nicho de negocio, ya me dedicaba antes al tema inmobiliario y no partí de cero. Yo partí de uno", recuerda.

En todo caso, Catalán no se define como un emprendedor. "No lo soy en el sentido de innovar. Me gusta ser autónomo; organizar mi tiempo y elegir a mis clientes. Eso es una diferencia con el trabajador por cuenta ajena. Tienes capacidad para declinar tus trabajos. Soy positivo, miro más las ventajas que los inconvenientes", afirma.

Haciendo números

Este empresario pone el foco en uno de los principales perjuicios del colectivo: "En siete años solo me he cogido una baja de paternidad de quince días. La gripe me dura un día, no una semana. Y el constipado no existe".

"¿Un mes de vacaciones?", pregunta Moreno sorprendido. "Cuando vuelves tu empresa ya no existe", responde.

Hacen muchos números. A todas horas. Y acaba teniendo un coste a nivel personal. "Teóricamente es un sistema más justo porque cobras por objetivos, no calientas la silla. Pero es duro. Pasas épocas muy malas. Ahora compagino cuatro trabajos. No libro ningún día de la semana, y de aquí a marzo solo libraré unos días en Navidad. A la larga afecta a la salud", describe Raquel Agüeros, periodista ´freelance´.

"Aprendes a vivir con esa inseguridad. Desde que soy autónoma he aprendido a vivir al día, a disfrutar de las cosas pequeñas como tomarte una cerveza con un amigo. Pero no puedes pensar en el futuro, es evidente. No tengo hijos y no quiero, pero no tengo esa opción", subraya Agüeros.

Pese a todo, esta periodista también es reacia a dar el salto a la empresa si tuviera la posibilidad. "Miraría el sueldo, y las empresas pagan solo un poco por encima del salario mínimo. Me fastidia ser autónoma por muchas cosas, pero me siento más libre. También a la hora de publicar. Siendo una colaboradora externa te sientes más liberada de una línea editorial. El problema es que a veces te piden algo para ya y que además sea bueno. Y eso es contradictorio", asume.

También Xisco Rigo vive en una montaña rusa desde que hace dos años decidió comprar una licencia de taxista. "Cada mes empiezas con 193 euros menos. Pero es que no es solo la cuota de autónomos. Está la licencia, el seguro, gasolina, reparaciones, accidentes, la radioemisora... Hay que conducir muchas horas para cubrir todos esos gastos y sobrevivir en invierno. Porque en verano gracias al turismo ganas dignamente, pero en invierno no. Hay que hacer malabarismos para que los números cuadren", afirma.

Este taxista mallorquín también insiste en la idea de que un autónomo lo es 24 horas, a diferencia de un trabajador por cuenta ajena. "Vale, eres tu jefe y haces lo que quiere. Pero un asalariado cobrará lo mismo aunque se coja una baja, eso es una tranquilidad. Nosotros nos lo tenemos que currar, tienes la presión de que si no trabajas, no ingresas. Siempre vas con esa angustia. Cuando empiezas el mes siempre te preguntas cómo te irá. Mi mujer tiene un centro de estética, pero se ha quedado embarazada. Su trabajadora también, así que ha tenido que cerrar. Esa es la realidad", argumenta Rigo.

Poco cohesionados

Con los años "haces callo", sostiene Gibert. "Esta angustia que vivimos puede ser motivo de pequeñas crisis de ansiedad. Pero con el tiempo ves que si alguien se tira tres o cuatro meses sin pagarte una factura tienes que tomártelo de otra manera. Vas madurando y no te vas al PAC a que te pongan una pastilla debajo de la lengua. Te vas con tu pareja o tus amigos y tratas de distraerte", indica.

"Asumes un nivel de estrés muy grande que no termina con la jornada laboral", tercia Moreno. "No echas la cancela y ya está, te lo llevas a casa. Y eso tienes que compaginarlo con tu pareja", añade.

El propietario de Servilis pone el foco sobre la economía sumergida, un vicio muy extendido: "Es competencia desleal porque algunos no pagan IRPF, IVA, prevención de riesgos laborales, seguros de los trabajadores... Eso son gastos que tú los repercutes en el precio del producto. Pero ellos se lo salta, pueden ofrecer un producto más barato y son los que se quedan con los contratos. Es una lacra".

El colectivo es siempre objeto de atención en las campañas electorales, pero cae invariablemente en el olvido cuando terminan. Nadal da la clave: "Somos un colectivo heterogéneo, no somos una profesión. Las necesidades del taxista y las mías son muy distintas. Nunca vamos a llegar a luchar juntos. Sabemos que es una situación muy injusta, pero nadie se ocupa de reivindicar. Yo en una campaña publicitaria propuse que se celebrara un día del autónomo. Somos un colectivo muy grande, pero muy débil".

Compartir el artículo

stats