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Opinión

Un espejo incómodo

Puigdemont pidió tiempo muerto el día que enunció la independencia, pero el partido ha vuelto a jugarse y no parece darse por enterado. El encarcelamiento de Jordi Sánchez y Jordi Cuixart demuestra que al Gobierno ha dejado de importarle lo que piense Europa porque ya tiene la certeza de que a Europa no le importa lo que pase en Catalunya. Rayoy ha pasado a la política de hechos consumados; Puigdemont sigue moviéndose en el terreno de la ambigüedad donde por cierto no tiene ninguna posibilidad de vencer a su contrincante.

Un suceso de tal relevancia sitúa a los ciudadanos delante de un espejo incómodo porque mide el nivel de cultura democrática de cada uno. Y los que han justificado, defendido o celebrado el encarcelamiento de los líderes de Òmnium y de la ANC han hecho un viaje mental al pasado de cuarenta años.

El primer error es llamar "error" a una decisión judicial completamente desproporcionada en un presunto Estado de Derecho. Y es sorprendente ver la entereza con la que muchos disculpan una actuación que criticarían en cualquier otro país.

Biel Barceló calificó ayer a Sánchez y a Cuixart de "presos políticos". Una afirmación de calibre viniendo de un soberanista de perfil bajo que defiende la celebración de un referéndum de independencia en una fecha lo suficientemente lejana como para no comprometerle: 2030.

En Més tienen claro que no existe un apoyo social suficientemente amplio para agitar el debate de la independencia en las islas. Pura intuición, esta vez no han necesitado un informe de Jaume Garau para constatarlo. Pero eso no sosiega al siempre excitable PP, que ha prometido protegernos de un hipotético procés balear. La pregunta es quién nos protegerá de ellos cuando ganen -denlo por hecho- las próximas elecciones.

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