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Inmigración

La nueva cara del negocio chino

Solo la cuidada estética de las nuevas tiendas y restaurantes ya denota un afán de superación y diferenciación

Bao Lai Ju

Fang Ji aterrizó en plena adolescencia en el instituto Aurora Picornell de Palma. No hablaba ni catalán ni castellano y en el patio leía los periódicos, tratando de aprender. Y un día se encontró con un reportaje sobre Toni Yoh, dueño entre otros negocios del mítico (y hoy ya desaparecido) restaurante Gran Dragón y durante décadas pilar fundamental y cara visible de la comunidad china en Balears.

Quince años después, Fang Li aún recuerda el impacto que le supuso ver a un chino en el periódico local, como alguien importante.

Del Aurora Picornell el joven pasó al Sant Josep Obrer, dónde aún le recuerdan. "En seguida vimos que tenía potencial", rememora David Egea, responsable de los ciclos de Formación Profesional en este colegio concertado. Fang estudió el ciclo de Comercio y el de Administración. Y después abrió su primer negocio: una tienda de ropa en la calle Nuredunna en la que aplicó lo que había aprendido en el instituto, dándole un estilo "más fino" y comenzando a marcar distancia con la imagen habitual de las tiendas regentadas por chinos. En sus palabras: "Quería algo más parecido a tiendas como Zara o Mango". Llegó a tener cinco empleados, todos mallorquines.

Su paso por Sant Josep Obrer fue fundamental, explica. Le cambio la visión ya que los profesores que tuvo allí le abrieron la mente y le hicieron ver "que podía montar cualquier negocio y que podía competir". De su tiempo en El Corte Inglés, donde hizo unas prácticas, también se llevó cosas: "Aprendí mucho de su forma de trabajar, de organizarse...".

Hoy Fang perfecciona su castellano en la Escuela Oficial de Idiomas; es el presidente de la Asociación China en Balears (ACHINIB) y regenta una agencia inmobiliaria, Huading, junto a su compatriota Mingwei Jiang.

Ellos representa la nueva cara del empresariado chino en Balears: son el mejor ejemplo de cómo la segunda generación de inmigrantes orientales está formándose y aprendiendo para dejar atrás esa idea que liga a los negocios chinos con la baja calidad y para "evolucionar y devolver algo a la sociedad mallorquina" (a la sociedad mallorquina en general y a Pere Garau en particular: "Es mi barrio", repite con orgullo).

Estos empresarios han interiorizado lo que es la competencia y la necesidad de diferenciarse y apostar por la calidad para destacar. Para ellos el momento de la crisis fue una oportunidad: sus precios bajos atrajeron a un nuevo público que antes no acudía a sus negocios y además supieron ocupar el vacío que dejaron los inmigrantes latinoamericanos que durante aquellos años volvieron a sus países de origen. Durante los años del descalabro autonómico, el número de autónomos chinos en Balears aumentó un 60%, llegando a los 1.120 en 2016. Según datos del INE, en Balears viven algo más de 5.000 chinos, pero esta cifra no tiene en cuenta a los ya nacidos aquí (y a los que aún no se han empadronado).

Fang y Mingwei crearon un canal llamado Mallorcaren dentro de la aplicación WeChad (muy popular en China) y tiene más de 6.000 usuarios residentes en Mallorca. Usan el foro para buscar y ofrecer trabajos y resolver dudas administrativas, entre otras muchas cosas.

Mingwei tiene 30 años y, como Fang, llegó cuando era un adolescente. Ahora está haciendo un curso de agente inmobiliario. "La formación es muy importante a la hora de dar un servicio", argumenta, "es importante para que te vean como alguien profesional para gestionar". Defiende que "hay que formarse siempre".

La inmobiliaria hace dos años que funciona y tiene unas 50 propiedades en cartera, muchas de españoles. Entre sus clientes hay un porcentaje elevado de chinos ("Muchos nos dicen que en las otras inmobiliarias les engañaban"), pero también españoles y de otras nacionalidades.

Xisco Maturana es profesor en Sant Josep Obrer de Economía de la Empresa y un amante y estudioso de la cultura china. Conoció a Fang porque durante un tiempo fue novio de una prima suya. Cree que el sistema educativo español no tiene mucho que aportar a unos chavales que vienen de una escuela muy exigente y que tienen un espíritu emprendedor casi innato, aunque sí ve una serie de elementos que les sirven.

Primero: pasar por las escuelas de Baleares les da "dignidad y seguridad académica". Maturana razona que aún perdura un vestigio de la China clásica, de la época de las dinastías, cuando el oficio de comerciante no se consideraba digno. Por ello cree que ahora, pasar por la escuela y formarse para ofrecer servicios de atención al público, "les aporta dignidad".

Les ayuda además a "empaparse" de la cultura autóctona gracias a sus relaciones con compañeros mallorquines y a conocer la manera de funcionar en España a nivel administrativo y legal. "Se ha notado mucho el cambio: han reducido sus horarios comerciales, cierran los días de fiesta y tratan de desligar el negocio chino del concepto de baja calidad, eligiendo bien qué productos exponen y apostando cada vez más por una estética personal". Maturana señala que es habitual que se den apoyo financieron entre ellos.

"¿Qué negocio monto?"

El presidente de ACHINIB apunta que son "grandes ahorradores" y confirma el fuerte espíritu emprendendor entre sus paisanos: "La pregunta que nos hacemos no es ¿dónde voy a trabajar?, sino ¿qué negocio voy a montar?".

Sin embargo, esta tendencia puede estar cambiando en las nuevas generaciones, en las promociones de chinos que pasan más tiempo dentro del sistema educativo español. Yihe Weng y Yun Dai son un ejemplo. Ahora mismo estudian FP en el Sant Josep Obrer y de las cosas que tienen claras es que quieren "trabajar por cuenta ajena". Yihe explica que su madre tenía una tienda y que tenía que trabajar "muchísimo". Ha visto que es "muy duro" y no es lo que quiere para ella.

Ella estudia Asistencia a la Dirección y Yun cursa Adminstración y Finanzas (ambas en modalidad dual: combinando las clases con el trabajo en una empresa). Las dos tienen mucha facilidad para la contabilidad y están muy satisfechas con las distintas experiencias laborales que ya acumulan en empresas locales (de Leroy Merlin a un despacho de abogados). Yun es de las que tenía claro que quería seguir estudiando "para desarrollarse mejor".

Egea confirma que las matemáticas son el punto fuerte de los alumnos chinos : "Sacan muy buenas notas y son muy eficientes". La atención al público, por cierta timidez o por problemas con el idioma, es quizás en lo que tienen más dificultad.

Además de mejorar los negocios tradicionales, el empresariado chino está poniendo una pica en sectores hasta ahora inexplorados. La inmobiliaria Huading es un ejemplo, pero no el único. Hace unas semanas se inauguró la agencia de viajes Hua Xin, la primera dirigida a la comunidad china (aunque no solo a la comunidad china). Al frente está Jordi Xu, primo de Fang, y Tiffany atiende al público. Esta joven estudió la carrera de Administración y Dirección de Empresas en Taiwán y aprendió castellano en Barcelona, donde conoció a un mallorquín que hoy es su marido.

Fang ve contento cómo la segunda generación de inmigrantes chinos se forma y progresa. Sube en el ascensor social. El mejor ejemplo es Yali Cheng, que en junio saltó a los titulares al convertirse en la alumna con la mejora nota de Selectividad de Balears y que, tras pasar el verano ayudando en el restaurante de sus padres, ahora estudia Medicina en Madrid.

No sólo los jóvenes que han crecido aquí están cada vez mejor formados. Muchos de los llegan lo hacen ya con alta cualificación, como Tiffany o como Mengze Li, que es de Pekín y estudió castellano en Madrid. Tras su experiencia en ciudades grandes, quería vivir en un sitio más pequeño y le recomendaron Mallorca.

Este curso ha empezado a dar clases de chino a los alumnos del grado de Asistencia a la Dirección del Sant Josep (y a los que estén interesados). Ella ha estudiado un máster de Economía del Turismo y del Medio Ambiente y también ve el cambio en sus compatriotas: "Conozco a muchos que sus padres tienen tienda, pero ellos quieren seguir estudiando o abrir un negocio diferente".

"Dentistas, abogados, médicos...", apunta Fang Ji, "y representantes en partidos políticos: todo eso llegará".

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