"El ayuntamiento de Palma le tiene mucho miedo al grupo Cursach". Varios celadores de obras de Cort coincidieron en el temor que les infunde el magnate de la noche mallorquina, según se desprende del sumario de la 'Operación Sancus' contra la presunta trama de corrupción policial. La angustia entre los funcionarios del consistorio llega a tal punto que nadie quiere trabajar en las zonas donde Tolo Cursach tiene sus locales más importantes. "Cuando a alguien le toca algo del grupo Cursach, en el grupo de trabajo se conoce como 'un código marrón' porque puede tener problemas", reconoció una testigo en su declaración judicial.

Esta trabajadora aseguró que ella no quería gestionar esas zonas como celadora de obras "porque estaba el señor Cursach". Según su versión, "el código marrón son problemas", ya que en un momento determinado podía recibir presiones de un funcionario jubilado que es afín al todopoderoso empresario del ocio nocturno en la isla. Este antiguo empleado era "muy amigo" de Cursach y "siempre gestionaba cosas en beneficio de su grupo".

La testigo recordó que en una ocasión otro celador le comentó que tenía un "código marrón" porque había levantado un acta por obras ilegales en el Megasport, que pertenece a Cursach. Su jefa le indicó que siguiera adelante con el expediente. Días más tarde, el funcionario jubilado les habría hecho llegar que no sabía si era necesario dar una lección a este empleado. "Lo entendí como una advertencia", dijo la testigo.

Varios trabajadores de Cort destacaron que, pese a que este hombre ya estuviera jubilado, todavía mantenía poder e influencia sobre su departamento. Además, sospechaban que estaba "a sueldo" del grupo Cursach por el alto nivel de vida del que disfrutaba. La testigo concluyó que "tenían auténtico temor" al conglomerado empresarial y que por ello trabajaban con "presión y miedo", aunque evidentemente el magnate nunca se personó en las dependencias municipales.

Otro testigo, celador de Cort, detalló que ni él ni sus compañeros querían trabajar en las zonas donde Cursach tiene sus negocios: "No me hacía gracia". Estos trabajos los consideraban "marrones", añadió. Según apuntó, en los años 2015-2016 inició un expediente de inspección del Megasport, donde detectó irregularidades en las obras. Antes de realizar la inspección, el funcionario jubilado le advirtió: "Ves con cuidado con el informe que haces porque el negocio es de Cursach". Según entendió, le estaba pidiendo que hiciera la vista gorda.

El testigo se sorprendió de que, pese a estar retirado, estuviera al corriente de las inspecciones pendientes. Y aún fue mayor su asombro cuando ambos coincidieron en el Megasport el día de la inspección. Esa mañana, le presentó al señor Cursach, quien curiosamente también apareció en el establecimiento.

El celador admitió que cuando llevaba la zona del Megapark, en s'Arenal, recibió tres cestas en Navidad de parte del grupo Cursach. Se trataba de cajas con vino, jamón, Moët&Chandon y otras exquisiteces. Al final, aceptó el regalo. Con estos obsequios pensó que el magnate trataba de "comprarlo" para que no hiciera inspecciones perjudiciales.