Bartolomé Cursach diseñó una estrategia para quedarse con todo el control de una conocida plaza de Magaluf, donde varios empresarios compiten en el negocio del ocio, según el sumario judicial. CUrsach se planteó la posibilidad de hundir toda la actividad de este enclave, para en un futuro quedarse con la totalidad de negocios. De hecho, incluso había hecho una estimación económica: "por un millón de euros será nuestra". Es decir, quería comprar a la baja varios locales, cuyo precio real era diez veces superior, una vez que el empresario de la competencia se hubiera arruinado. "Algún día toda la plaza será nuestra", pronosticó Cursach, según consta en la investigación del Juzgado de Instrucción número 12 de Palma.

La plaza Islas Pitiusas se encuentra situada muy cerca de la discoteca BCM. Es una de las zonas más concurridas de Magaluf, ya que es un lugar donde pueden concentrarse miles de jóvenes que buscan un lugar de diversión.

José Manuel Bover, propietario de varios de estos negocios ubicados en esta zona de Magaluf, fue uno de los primeros que acudió a la Fiscalía para denunciar la posición de abuso que tenía Cursach sobre el resto de empresarios. Bover afirmó que Cursach utilizaba la influencia que tenía sobre la Policía Local de Calvià e incluso sobre determinados funcionarios del Ayuntamiento para iniciar una campaña de acoso, con el principal propósito de perjudicarle y llevarle a la ruina económica.

El juez Penalva ha detallado en muchos de sus escritos los episodios de violencia que tuvo que sufrir el testigo Bover, tras ser amenazado y agredido por personal adscrito al Grupo Cursach. El empresario habría ordenado a sus empleados que colocaran basura y escombros, repartidos por toda la plaza, para espantar a los clientes. "Tolo Sbert te quiere fuera de la plaza. No deberías haber enfadado a Cursach", le indicó un encargado de BCM a un empleado de Bover. En otra conversación grabada, se detalla como un empleado de Cursach detalla que "llevaremos todos los váteres y mierda que hay allí y la meteremos detrás y que la plaza se muera. Después le diremos al juez que gracias a Boby hemos tenido que cerrar el local".

Durante la investigación han sido muchos los episodios de amenazas que han vuelto a sufrir los denunciantes. De hecho, varios de ellos sufrieron seguimientos. El empresario Bover también denunció que, tras rechazar una oferta de venta de sus locales, empezó a sufrir un acoso por parte de la Policía Local y del consistorio. Además de Bover, otros empresarios y empleados de la competencia han sufrido este acoso que partiría de Bartolomé Cursach.