Javier Escribano Hinojosa, 38 años de edad y empresario de la construcción. Nacido en Barcelona, llegó a Mallorca con sus padres a los dos años y vive enamorado de la isla. Creó su empresa hace 20 años, después de trabajar en un hotel fregando platos en jornadas maratonianas. Aspiraba a un trabajo mejor, pero como no tenía estudios comenzó a ofrecerse como pintor y, "a base de muchas ganas e ilusión", fue creciendo en ese oficio hasta que logró convertirse en su propio jefe con unos 50 empleados a su cargo. La Fundación Escribano, creada en 2014, es el resultado de la inquietud de Escribano por realizar proyectos solidarios en lucha contra la desigualdad y surgió tras su primer viaje a la India, para colaborar con la Fundación Vicente Ferrer. El pasado mes de agosto viajó a la República del Congo junto a dos amigos, Yolanda y Kuman. En el tercer país más pobre del mundo fueron recibidos y guiados por la religiosa Irene, de la Universidad Alberta Giménez, congoleña y con toda su familia allí. Fue una expedición de nueve días que pareció "toda una vida", como explica Escribano, que ya puso manos a la obra para crear un centro de acogida para los pequeños abandonados de Lubumbashi. Mientras tanto, en Palma es uno de los responsables de Armario Solidario que trabaja para que no les falte ropa, libros ni juguetes a los niños desfavorecidos de la isla.

P No es común encontrar empresarios comprometidos con causas solidarias ¿Cuál es su motivación?

R Me considero una persona muy afortunada, a pesar de que trabajo 12 horas diarias, o a veces más, creo que tengo que compartir mi suerte con los demás. Y la verdad es que me encanta.

P ¿Qué opinan sus familiares y empleados?

R Están contentos y orgullosos. Muchos de ellos colaboran con la Fundación; ayer mismo uno hizo un aportación de 200 euros. Siempre se implican de una manera u otra.

P ¿La Fundación le da más satisfacciones que su trabajo?

R Sí, muchas más. Sin embargo, necesito mi empresa para poder vivir y para poder ayudar. También pongo mucho dinero de mi bolsillo en la Fundación.

P ¿Cuándo y por qué creó la Fundación Escribano?

R Cuando era niño mi ilusión era viajar a África y construir un pozo de agua. Hace unos años me acerqué a la Fundación Vicente Ferrer con la intención de cumplir ese sueño. Allí conocí a Isabel, su directora en Mallorca, que me explicó que solo trabajan en la India y me enseñó varios proyectos y pude contribuir en un plan de seis viviendas.

P ¿Cuál fue su primera sensación en la República del Congo?

R Pobreza extrema. He viajado bastante y nunca he visto tanta pobreza como la que hay allí.

P ¿Cómo y por qué decidieron visitar ese país?

R En los últimos años he estado en la India, Bolivia, República Dominicana, Senegal€ Mi idea es aprender cómo trabajan otras fundaciones u oenegés para poder hacer la mía. El Congo es el sitio dónde tengo que empezar.

P ¿Cuántas personas fueron y dónde se alojaron?

R Dos amigos de Mallorca, Yolanda y Kuman, viajaron conmigo haciendo un gran esfuerzo porque cada uno se paga su billete y no es barato. Son 1.200 euros y ocho aviones entre ida y vuelta. Sin embargo, con la ilusión el viaje se hizo corto. En Lubumbashi nos alojamos en la casa de la familia de la monja Irene, a quien conocimos en Mallorca. Estuvimos allí nueve días, viviendo como ellos, duchándonos con cubos de agua, visitando hospitales, no paramos€ nos pareció toda una vida. Fue muy intenso.

P ¿Cómo los recibió la gente?

R Ha sido increíble el recibimiento de todos. Fue algo muy bonito, nos ha cargado las pilas para dos años.

P ¿Se encontró un panorama muy diferente al que imaginó?

R Sí y te preguntas cómo puede ser que pasen cosas así... gente que se muere por no poder comer o que no puede curarse si no paga. En el hospital vimos a un niño enfermo que tenía mucho dolor y no podía acceder a una prueba que costaba 5 dólares y pagamos nosotros. Cuando regresamos al día siguiente el pequeño había fallecido. Para poder enterrarlo la familia tenía que saldar la factura del hospital de unos 200 dólares. Muy duro todo.

P ¿Qué pudo hacer para ayudar a la gente de allí?

R Nosotros fuimos a conocer la realidad del lugar y después de todo lo que vimos, pensamos que es necesario construir un centro de acogida para los niños y niñas de allí, porque hay muchísimos abandonados, en la calle, sin familia...Hay días que ni comen.

P ¿Cómo es la situación política en el Congo? ¿Encontraron muchas trabas burocráticas ?

R Está bastante revuelto, aunque nosotros nos hemos sentido seguros. Ahora estamos haciendo trámites para abrir una sede de la Fundación en Lubumbashi y no tuvimos problemas. De momento es la casa de la familia de Irene, donde con aportaciones de la gente de la isla estamos dando el desayuno a 50 niños cada día. Cuando empecemos a gestionar la compra de un solar para el centro de acogida, veremos cómo sigue todo. Esperamos que bien.

P ¿Cuál es el caso que más lo conmovió?

R La historia de Annie de cinco años, que vive a 900 kilómetros de Lubumbashi. La niña fue a comprar sal y se le cayó de las manos. Su hermana mayor, por miedo a que las castigaran, se enojó con ella y la empujó con tan mala suerte que el golpe dejó paralítica a la pequeña. Al enterarnos de su caso, conseguimos enseguida una ambulancia para trasladarla y le pagamos el tratamiento médico y hoy Annie está bien y feliz.

P ¿Volverán próximamente a visitar ese país?

R Lo haremos en Semana Santa. La idea es comprar un terreno de 10.000 metros cuadrados y son unos 50.000 euros que aún no tenemos, pero tengo fe de que habrá mucha gente que quiera apadrinar este proyecto.

P ¿En Mallorca sigue la crisis?

R Creo que ha pasado lo peor, hay más trabajo, pero sí es verdad que hay mucha gente que todavía pasa necesidades. Nosotros lo vemos cada día a través del Armario Solidario. Pero cuando estamos bien nos olvidamos de los que están abajo, es una pena. Si todo el mundo colaborara solo un poquito, todo iría mucho mejor.

P ¿Qué nos hace iguales a todos los seres humanos?

R Nadie es más que nadie, basta mirarnos a los ojos. No importa dónde hayas nacido, la religión, la situación económica€ somos todos personas.

P ¿Cómo le gustaría que lo recordaran?R

Al menos dentro de mis posibilidades, lo que quiero es hacer algo para cambiar un poco el mundo.