El vicepresidente del Govern vuelve a marcarse una jugada 'made in Barceló': prudencia, equilibrio y, al final, susurros entre los suyos. La táctica juega con los matices y la confusión y emula la maniobra de Carles Puigdemont para declarar la independencia a medias. Barceló anuncia la dimisión del director de la Agencia Balear de Turismo (ATB), Pere Muñoz, por la denuncia de Anticorrupción por los contratos a Jaume Garau, pero acto y seguido la acaba dejando en suspenso durante unas semanas. Al menos, hasta noviembre. Se trata de una dimisión en diferido. La dimisión de Muñoz es la DUI de Barceló. Como el presidente catalán, el vicepresidente balear toma una medida simbólica a la espera de efectos reales en el corto plazo.
Barceló no se independiza de Muñoz porque hay intereses económicos en juego. No se trata de que se vaya ningún banco de la isla. Pero según la versión oficial de la Conselleria, antes de irse por una inminente admisión a trámite de la querella y consecuente imputación, a Muñoz le quedan por cerrar temas como el stand de Balears en la World Travel Market -la feria turística de Londres- o el reparto de la ecotasa. A la hora de la verdad, con el comer no se juega.
Barceló imita a Puigdemont también en el escenario. Con la sede de la calle Montenegro o el Consolat de Mar como alternativas, el vicepresidente eligió la solemnidad del pleno del Parlament para el anuncio.
Barceló se acaba marcando un Puigdemont cuando todo apuntaba a que se podía marcar un Mariano Rajoy. Hace sólo cinco días el vicepresidente agradecía a Muñoz que dejara en sus manos su continuidad y daba pelotazo al frente a la espera de conocer la querella al fondo. Al final, el vicepresidente no ha esperado a nuevos acontecimientos para actuar. Eso sí, a su manera. Y a la de Puigdemont.
Hoy España se pregunta si Cataluña es una comunidad autónoma o una república suspendida. Los mallorquines se preguntan si Pere Muñoz sigue o no al frente de la ATB. A la segunda, la respuesta es que ahí sigue.
