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Con ciencia

Muerte en el campo

Alos humanos nos cuesta caer del burro. En particular, a las autoridades con mando en plaza. Por más que los datos existan, tardan mucho en darse por enteradas y, así, nos animan a los demás a creer que los problemas no lo son. ¿Será necesario recordar cómo el presidente Rodríguez Zapatero negaba que se acercase una crisis económica cuando había caído ya sobre nuestras espaldas?

Pero hablamos ahora de otro drama diferente. De uno bien grave que puede suponer la puntilla final al campo mallorquín. En estas páginas se cuenta la historia sobre cuándo llegó a Mallorca la bacteria Xylella fastidiosa, culpable de la enfermedad que sufre la inmensa mayoría de nuestros almendros, y de cómo lo hizo. Proporciona esas evidencias Eduardo Moralejo, científico especialista en Patología Vegetal del IMEDEA (el organismo de investigación con sede en Esporles que comparten la Universitat de les Illes Balears y el CSIC). En realidad, Moralejo ya había advertido hace años al Govern acerca de la presencia de la bacteria, pero la Consellería que cuenta con las competencias, la de Agricultura —en manos entonces del PSIB-PSOE—, no se dio por enterada. Tardaría en hacerlo y, cuando admitió por fin la presencia de la plaga, este diario había denunciado varias veces tanto el problema como la falta de reacción oficial. Con lo que cabe sospechar que fue la denuncia mediática y no la advertencia de los científicos la que llevó a que la Conselleria de Agricultura admitiera la colaboración del doctor Moralejo para poder calibrar el alcance de la amenaza.

Los resultados asustan

La historia es difícil de entender porque otro científico, Diego Olmo, perteneciente esta vez al laboratorio de Sanidad Vegetal del Govern, llevaba estudiando la enfermedad de los almendros de Son Carrió desde 2008 y había presentado una comunicación a tal respecto al XV congreso de la Sociedad Española de Fitopatología en 2010. Verdad es que Olmo había puesto el foco en otros patógenos, los hongos Diplodia corticola, Neofusicoccum luteum y N. parvum. Pero la alarma estaba ya dada.

Los resultados que se hacen públicos ahora asustan. Ciento cincuenta mil almendros muertos. Casi un millón enfermos. La preocupación de los payeses, que veían desde hace tiempo que sus árboles languidecían hasta morir, estaba más que justificada. Y ahora, gracias al investigador del IMEDEA, sabemos que fuimos nosotros mismos los causantes del drama porque la bacteria Xylella fastidiosa llegó a la isla en las cepas que se trajeron de California con el fin de llevar a cabo cultivos experimentales realizados en el lugar en el que aparecieron los primeros árboles enfermos, Son Carrió. La comparación genética entre los agentes infecciosos de los almendros que sufren la enfermedad ALSD (Almond Leaf Scorch Disease) en California y los que se mueren en Mallorca es la que ha permitido concluir que la Xylella está detrás de todos esos casos.

Son muchos los centros californianos que se ocupan de la ALSD, a través de programas como la Integrated Pest Management. Son numerosas las páginas web que atienden el problema, con guías para tratar la enfermedad como la publicada por la Universidad de California. A lo mejor era cosa, ahora que tenemos ya la constatación oficial de que nuestros almendros se mueren, de ir hasta allí y tomar ejemplo porque lo peor que hay, después de ignorar los problemas, es creer que no cabe hacer nada para resolverlos.

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