Hasta los hamaqueros de la playa de Magaluf estaban presuntamente al servicio del grupo Cursach. Una testigo manifestó a la Guardia Civil en las pesquisas de la 'Operación Sancus' 'Operación Sancus'contra la supuesta trama de corrupción policial que algunos empleados del magnate de la noche mallorquina amenazaban a trabajadores de la competencia, incluidos los tiqueteros, en su lucha por el territorio y por acaparar el negocio del ocio nocturno.

Según la versión de esta mujer, que aparece en el sumario del caso Cursach, uno de los encargados de la famosa discoteca BCM, en Magaluf, se dedicaba a amedrentar a los tiqueteros de cualquier empresa que fuera competencia de BCM, que pertenece al grupo Cursach. Estas amenazas consistían en advertir a estos empleados, que se encargan de captar a clientes para que entren en los pubs de la zona, de que no podían trabajar en la playa, ya que BCM era el único que podía hacerlo.

Por ello, según la testigo, este responsable incluso ofrecía dinero a los hamaqueros de la playa de Magaluf a cambio de que ellos mismos llamaran a la Policía Local de Calvià y alertaran de la presencia de tiqueteros que no eran los de BCM.

A otros empleados de la competencia también les cogían del brazo, les increpaban y les hacían marcharse del lugar en el que estaban trabajando. Mientras, los tiqueteros de Cursach podían actuar libremente sin miedo a ser sancionados, con el beneplácito de policías, guardias civiles y algunos funcionarios municipales de Calvià, según denunciaron empresarios rivales de Cursach.