Tolo Cursach lo controlaba todo. Su imperio empresarial se forjó aplastando de forma implacable a la competencia. El sumario de la operación ´Sancus´ contra la presunta trama de corrupción policial, cuyo secreto se levantó la semana pasada, sitúa al magnate de la noche mallorquina en la cúspide de la pirámide. Su grupo empresarial no dudaba en machacar a todo aquel que tratara de hacerle sombra hasta llevarlo a la ruina para después hacerse con estos negocios a precio de saldo. Los investigadores de la Policía Nacional y el magistrado instructor Manuel Penalva destacan la "insaciable voracidad" de Cursach. Sus dos hombres de confianza, Tolo Sbert y Antonio Bergas, presuntamente empleaban tácticas mafiosas para eliminar a sus competidores. Buscaban "la extorsión sistemática" de otros empresarios, "valiéndose de policías comprados desde 1985", según revela el sumario.

´Auténtica mafia´

Un informe de los años 80 alertó de la trama corrupta

Un policía local de Palma elaboró un informe a mediados de los años 80 en el que ya advertía del poder y la gran influencia de Cursach en la isla. Según alertaba, las actividades del magnate eran "la punta del iceberg" hasta el punto de tener "sus propias leyes". El agente concluyó que aquello era "una auténtica mafia". Su revelador informe no prosperó.

Mientras tanto, el conglomerado empresarial fue extendiendo sus dominios sobre todas las instancias públicas y privadas, asociaciones, colectivos, organismos y grupos de poder. Cursach y sus lugartenientes crearon una superestructura con una amplia red de contactos: policías locales y nacionales, guardias civiles, empresarios, políticos, funcionarios, periodistas o abogados. Llegó a tener un control total sobre agentes y mandos policiales y también sobre las altas esferas políticas de la isla como José María Rodríguez, expresidente del PP de Palma, según indica el sumario. Su poder económico se acrecentó y el entramado se enquistó tres décadas en la sociedad mallorquina.

Sbert, ´el sheriff´

Tolo Sbert, el brazo ejecutor y mano derecha del magnate

La Policía Nacional y el juez Penalva consideran a Tolo Sbert, en prisión provisional desde el pasado mes de marzo, como el hombre de confianza y el brazo ejecutor de Tolo Cursach, también encarcelado desde la misma fecha. Él mismo en varias ocasiones manifestó que el grupo del que es directivo "controla todas las instancias públicas y privadas", de modo que pueden provocar con facilidad la ruina total y el cierre de los establecimientos de la competencia que se propongan.

El control ejercido era de tal magnitud, según el juez, que Sbert ordenaba a los policías afines que actuaran contra los locales de la competencia. "Sbert daba órdenes a la Policía, diciéndoles dónde tenían que ir, era como una especie de sheriff, hacía lo que le daba la gana", manifestó un testigo, ex trabajador de Cursach, a los investigadores. Enviaba a los agentes a realizar inspecciones continuas en establecimientos rivales, o bien hacía que los policías detuvieran a los autocares que llevaban a clientes a las discotecas de la competencia. En una ocasión, incluso pidió a los funcionarios policiales que cerraran varios locales de Pabisa, el grupo empresarial de los hermanos Pascual con negocios en s´Arenal que presuntamente también se beneficiaba del trato de favor de policías corruptos a cambio de prebendas como sexo y alcohol gratis, según las pesquisas de la ´Operación Sancus´.

Tolo Sbert aparece en la macrocausa en numerosas conversaciones intervenidas, pese a las sospechas de tener el teléfono pinchado, y son muchos los testigos que le incriminan. En un mensaje de texto que envió al familiar de un empresario rival asegura: "Te lo dije. Yo ya no pinto nada. Cursach es el que me da las órdenes".

Bergas, ´el conseguidor´

Otro lugarteniente de Cursach para "los trapos sucios"

El tercer sospechoso en el entramado de Cursach es Antonio Bergas, exoficial de la Policía Local de Palma, quien también permanece preso desde principios de marzo. Considerado por los investigadores como otro lugarteniente del magnate y mano derecha de Tolo Sbert, supuestamente se encargaba de "los trapos sucios" de la organización y de conseguir favores para Cursach.

El juez Penalva subraya que Bergas era el responsable de conseguir influencias en diversos ámbitos por sus contactos en la Policía Local de Palma y la política de la isla. También se encargaba desde hace más de diez años de ´contratar´ a agentes de la autoridad para prestar servicios al grupo Cursach. Así, el magnate llevaba 30 años siendo avisado de las inspecciones en sus negocios y los agentes afines hacían desaparecer las sanciones interpuestas a sus locales, tanto en Palma como en Calvià. Según un detallado informe de la Policía, Cursach solo pagaba el 8 por ciento de las multas que le imponían. Las sanciones se perdían por el camino antes de llegar a los ayuntamientos de Palma o Calvià, donde la trama también disponía de varios funcionarios a su servicio. Mientras, por contra, los empresarios de la competencia debían hacer frente a cuantiosas multas.

El magistrado también detalla que Bergas sería el responsable directo, como apuntan los testimonios recogidos, de informar a los encargados de los locales de Cursach de las inspecciones que se iban a llevar a cabo en los establecimientos, lo que evitaba que se detectase alguna infracción en las escasas ocasiones en que la Patrulla Verde acudía. El antiguo oficial de la Policía Local se valía de las revelaciones dadas por funcionarios públicos a sueldo.

Cursach y sus dos lugartenientes extremaban las precauciones cuando hablaban por teléfono al temer que lo tenían pinchado. Por ello, se reunían casi a diario e informaban a su superior.

´La policía es nuestra´

Policías locales, nacionales y guardias civiles a su servicio

"Qué haces poniendo denuncias, que sé que estás poniendo denuncias en la Guardia Civil. La Policía es nuestra". Un empleado de Cursach se jactó ante un empresario de Calvià que sufría el acoso del magnate y que denunció el trato de favor que recibía el todopoderoso grupo empresarial por parte de los agentes y de las administraciones. Varios trabajadores presumían de controlar a la Policía Local de Calvià, la Guardia Civil y a varios funcionarios del Ayuntamiento, que sancionaban los negocios de la competencia y amenazaban con cerrarlos.

En Palma y s´Arenal, la situación era similar. Policías locales de Palma y nacionales consumían gratis. Tanto el grupo Cursach como Pabisa contaban con un servicio de seguridad integrado por agentes. Estos locales recibían chivatazos de las intervenciones e inspecciones de la Policía y eran favorecidos, ya que siempre machacaban a los establecimientos de la competencia. A cambio, los agentes eran agasajados con dádivas como alcohol y sexo gratis en locales de alterne, según revela el sumario.

Políticos entregados

Cargos públicos y funcionarios se desvivían por el magnate

La influencia del grupo Cursach era tan grande que abarcaba a varios partidos políticos. En el sumario aparecen menciones a la extinta UM, el PSIB y, sobre todo, al PP. El conglomerado empresarial disponía de cargos públicos que les habrían beneficiado en los últimos años y también de funcionarios a su servicio en distintas administraciones que agilizaban las licencias, anulaban sanciones o modificaban los decibelios en sus locales. Incluso podrían contar con la connivencia de un inspector de Hacienda. En las pesquisas aparecen cargos públicos como José María Rodríguez, Álvaro Gijón, Guillermo Navarro, Pilar Carbonell o Joan Mesquida. Esta sobreprotección dio impunidad al grupo Cursach, "que hace y deshace a su antojo sin miedo a cualquier tipo de consecuencia civil o penal", según indicó un testigo.