El empresario Bartolomé Cursach llegó a alcanzar tanto poder que tenía la capacidad, cada vez que le interesaba, de ordenar a la Policía Local que realizara una inspección, o incluso una redada, en un negocio que le hacía la competencia y que le interesaba arruinar. El informe policial que justificó la detención del empresario, ejecutada el pasado mes de marzo, hace un relato pormenorizado de todas las pruebas que durante meses han ido recogiendo los investigadores, que evidencia el control que tenía el empresario en la Policía Local. En realidad, las órdenes no las daba directamente él, sino que lo hacía su ejecutivo Bartolomé Sbert, como así lo atestiguan tanto empresarios perjudicados por estas prácticas de abuso, como antiguos trabajadores del Grupo Cursach, que han coincidido en que jamás vieron que los locales sufrieran inspecciones policiales, al contrario que los negocios de la competencia que constantemente recibían la visita de los agentes.

El Grupo de Blanqueo de la Policía tiene muy claro que Cursach tenía el control absoluto de las cuatro zonas donde se centran sus negocios, es decir, Magaluf, la Playa de Palma, el Paseo Marítimo y la plaza del Vapor.

Diez coches policiales

El informe policial describe numerosos testimonios de perjudicados, pero hay uno especialmente significativo. Se trata del caso de un empresario que abrió un restaurante cerca del Megapark, en el Arenal. El local no llevaba ni una semana abierto, cuando empezó a recibir la visita de la Patrulla Verde, teóricamente, para comprobar la documentación. Las visitas se fueron repitiendo varios días por semana, siempre con la misma excusa. El empresario explicó que una noche organizó una cena de empresa. De pronto, diez furgonetas policiales aparcaron frente a su restaurante y entraron en el local más de una docena de agentes de la Policía Local fuertemente armados. Le dijeron que sabían que vendía droga. Los empleados y los comensales estuvieron retenidos durante varias horas y de hecho al propietario le obligaron a desnudarse hasta en dos ocasiones, según relató. No encontraron nada. Para justificar la actuación le impusieron una multa por la presencia de un menor. Era un chico de 17 años, que iba con sus padres. La Policía Local acudió con la prensa y al día siguiente se publicó que se había descubierto un local que organizaba espectáculos eróticos para menores.

Otros empresarios han confirmado que han sufrido graves perjuicios económicos, porque debido a las constantes sanciones que les impuso la Policía Local, en especial la Patrulla Verde, tuvieron que cerrar.