Una prostituta reconoció sin ninguna duda a José María Rodríguez, expresidente del PP de Palma, como uno de los de políticos que acudían a fiestas privadas organizadas por Miguel Pascual, uno de los empresarios supuestamente beneficiados por la trama corrupta. La testigo le situó en cuatro de las bacanales.

Según su declaración ante la Policía en marzo de 2015, Rodríguez "se encaprichó" de ella y pidió expresamente que acudiera a estas celebraciones sexuales. Los investigadores le mostraron 30 fotografías de políticos y la mujer, además de identificar a Rodríguez pese a no conocer su nombre, dijo que otros cuatro de esos hombres le resultaban "familiares", aunque no pudo asegurar que estuvieran en las bacanales.

La mujer explicó que las celebraciones tenían lugar tanto en el Table Dance, un prostíbulo de s'Arenal, como en una finca privada, ambos vinculados a Pascual. A estas fiestas acudían "políticos o cargos públicos" y varias prostitutas. Era un funcionario de Cort, imputado en la causa y que tenía "barra libre" de sexo y alcohol en el prostíbulo, quien seleccionaba a las chicas para estas fiestas.

La Policía le mostró 30 fotografías de políticos de la isla y la mujer reconoció sin ambages a José María Rodríguez como uno de los asistentes. "Me es de sobra conocido, pues esta persona se encaprichó de mí hace años. Acudí a cuatro fiestas privadas por petición expresa [de Rodríguez]. No sé su nombre, porque en esas reuniones todo el mundo sabe que no se preguntaba", aseguró.

Otra trabajadora del Table Dance identificó a Rodríguez como uno de los asistentes a las fiestas en una finca y a otro alcalde de la Part Forana como un habitual del negocio, aunque no pudo precisar si este pagaba o no.

Atrapar a políticos

"La misión" de las fiestas entre políticos y prostitutas era "atraparlos para que volviesen". Una testigo protegida que había trabajado en el Table Dance, el club de alterne frecuentado por policías locales de Palma que están siendo investigados en el caso Cursach por presuntamente favorecer a empresarios del ocio nocturno, confirmó a los investigadores que ella había asistido a dos de estas fiestas con políticos.

Según su versión, la primera celebración tuvo lugar en 2008 en una finca en Binissalem, donde coincidieron muchas chicas rusas y unos siete u ocho hombres, que no conocía. Ella tuvo relaciones con uno. Luego se enteró de que era alcalde, pero no sabía de qué pueblo. "Todos eran políticos y teníamos la orden de tratarlos bien. No pagaban nunca, Miguel los invitaba", detalló la mujer, quien añadió que el empresario le pagó 300 euros. "En esas fiestas, antes de que llegaran las chicas, ellos comían, si bien quedaban mesas con bebidas alcohólicas, vinos y otras bebidas, champán Moët&Chandon y Don Perignon".

La segunda fiesta se celebró en una sala privada situada en el primer piso del Table Dance en 2009. "Eran unas doce chicas, la mayoría rusas porque a los invitados les gustaban mucho las chicas rusas. Había unos quince hombres", manifestó la testigo. Ella tuvo que acostarse con tres de ellos y al final Miguel solo le dio 400 euros, según recalcó. Dos o tres hombres ya habían asistido a la primera fiesta en la finca, pero ella tenía la orden de hacer como que no los reconocía porque ellos no querían que se les identificase. "Había que aparentar que todo era la primera vez", aclaró. Estas bacanales siguieron, pero ella ya no fue más.

Las fiestas tenían como objetivo "atrapar" a los políticos para que volviesen, para que se llegara a establecer una asiduidad entre algunas chicas y los políticos, según su versión. Las mujeres tenían que tomar ciertas cautelas. Tenían órdenes expresas de no hablar de estos encuentros y que a los clientes no les preguntaran nada acerca de su identidad y profesión. Las directrices eran "claras" y "reiteradas", había que hacer lo que ellos dijesen. Los invitados acudían a esas fiestas con vehículos de alta gama e iban bien vestidos, según recordó la testigo.