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Lletra menuda

Mallorca aísla de la realidad

A la vista del precalentamiento y de las primeras palabras al pisar moqueta mallorquina, queda claro que el PP ha venido a la isla a pasar un fin de semana de autoafirmación. Es un encuentro en clave doméstica. Qué Cataluña prosiga en su propia deriva, dicen, y que Balears se las apañe con su "alianza de radicales". Es la etiqueta que también sirve para negar audiencia a Francina Armengol. Rajoy no se desplaza hoy a Mallorca para entretenerse con quien "coquetea con independentistas". Son los preliminares que le han fijado Dolores de Cospedal y Martínez Maíllo. El presidente del Gobierno solo necesita el aplauso de los suyos. Cuanto más fuertes mejor, así se sobrepondrán al estruendo de Cataluña y a la manifestación de hoy mismo en Palma.

También dejarán en nada la retirada de una estelada por parte de Miquel Deyà en la Universitat. El campus ya no puede animar la inconformidad juvenil. Debe ser dócil uniformidad y corporativismo académico.

Aislados en una isla mucho más cerrada que la geográfica. Así permanecerán los presidentes provinciales del PP en su cumbre mallorquina de hoy. El coordinador y la secretaria general del partido les han marcado la pauta desde ayer: negar el referéndum de Cataluña, presentarse como guardianes de la ley y el orden y rebajar la autoexigencia a la inactividad. Esta última es la condición imprescindible para poder complacer a un anfitrión, Company, que lo está haciendo "muy bien".

Pero tras el cómodo fin de semana del PP en Mallorca vendrá un áspero lunes. Nada se habrá resuelto, más bien incrementada la distancia entre el poder y la calle. La cuestión catalana habrá dado más vueltas y en el hotel de Balears seguirá el problema de financiación y de diálogo institucional.

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